Había una vez un águila muy torpe para cazar que sobrevolaba los bosques en busca de comida. Pero como era tan torpe nunca conseguía coger una pieza que llevarse a la boca.
Un día, muy hambrienta, entró en un bosque y se encontró con un oso. Al verla sobrevolar la zona largo tiempo, la preguntó:-¿Qué te pasa aguilita rondando tanto tiempo el bosque?- Tengo mucho hambre pero no soy capaz de coger ninguna pieza. Contestó.-Yo te ayudaré. Baja aquí y te capturaré la presa para que te la comas. Se ofreció el oso, pero el águila respondió:-no bajo que si no me comerás tú a mí. El oso volvió a insistir:-tranquila que no te comeré. El águila dudo un momento y al final bajo. El oso capturó una pieza y se la dio a comer, luego el águila dándole las gracias, echó a volar.
Al día siguiente el águila volvió a tener hambre y sobrevoló el bosque encontrándose con un león. El león se fijo en el águila y le preguntó:-¿Qué te pasa aguilita? –que tengo mucha hambre pero no soy capaz de cazar nada. Respondió el águila.- Baja aquí y yo capturare la presa por ti. Dijo el león.-no que me comerás. Replicó el águila.-No te comeré, tranquila. El águila un poco temerosa bajo y el león cazó una presa para ella y comió. Dándole las gracias el águila se fue volando.
A la mañana siguiente, el águila volvió a sentir hambre y empezó a sobrevolar el bosque. Voló y voló pero no encontraba ninguna presa y su hambre fue creciendo. Al rato se topó con un zorro que al verla le preguntó:-¿Qué te pasa aguilita?-Que tengo mucha hambre y no encuentro ninguna presa.-Yo te ayudare. Baja aquí y capturaré una para ti. El águila sin pensárselo dos veces bajo a tierra y el zorro, no habiendo comido nada en dos días, se comió al águila.
MORALEJA: No se debe depositar toda nuestra confianza en cualquier persona pues puede que alguna nos haga daño.