el muerto

Encontré tu rostro mojado,
empañado en un suspiro,
lagrimas de un olmo olvidado,
recorriendo tus resquicios.

Tu llanto sonaba a palabra,
de un soneto indefinido,
contemplando en tu mirada,
el vacío de los míos.

Y yo a ti te preguntaba,
porque llorabas, cariño,
y tu a mi me contestabas,
con silencios pensativos.

Vi con furia tu lamento,
nada podía hacer yo,
por calmar tu sufrimiento,
por desbordar tu dolor.

Días después yo me di cuenta,
que llorabas por mi muerte,
negabas con rabia la ofensa,
que me hizo un delincuente.

No llores mas por mi vida,
no clames mas, por favor,
aun te quiero vida mía,
enterrado en esta prisión.
F.J.D.

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