No solo te pido la nostalgia sino que, envuelto en el crepúsculo de los adioses, te pido un instante de pensamientos anaranjados por el atardecer de los pleamares para tratar de definir este espacio de enigmas y de cromáticas ausencias que me hacen sentir: “… una bella princesa rodeada de cisnes en un lago azul donde las ondas reflejaban su cuerpo lánguido y misterioso…”.