LA ANCIANA

No tendría más de setenta años pero los suaves surcos de las arrugas de su cara, denotaban una edad mayor. Era simpática y bonachona. Solía jugar con los muchachos del parque y también pasaba las tardes dando de comer a sus palomas, en la plaza del pueblo. Era regordeta pero tenía una agilidad envidiable en comparación con las demás ancianas. Su sueño siempre había sido casarse pero nunca logro alcanzarlo. No es que hubiera sido fea, simplemente no encontró el marido perfecto. Como se dice, se le fue pasando el arroz. Tenía una mujer de compañía que le arreglaba la casa y le daba charla en sus ratos de melancolía en, donde, veía su vida pasar como un relámpago que surge de la nada. Vestía siempre informal, de manera que la gente siempre la comparaba con una chalada debido a sus años. Tenía una melena rubia postiza que le llegaba hasta la cintura y solía jugar con ella los días de sol. El féretro llevo su cuerpo hasta el cementerio. No hubo amigos ni familiares que la acompañaran y fue enterrada en silencio.

2 comentarios sobre “LA ANCIANA”

  1. Inigualable manera de terminar con tanta vivencia.
    A sido gratificante inmiscuirme en asuntos de ancianas abandonadas por el tiempo, curiosamente me parece de un gusto altamente refinado, morir de auella manera pues suele suceder que la jente misteriosa como esta, siempre muere con
    la ventaja de haber sido la excepcion

    Felicitaciones consiso y sustancioso

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