Éranse una vez dos perros: perro bueno y perro malo. Perro bueno era bueno pero perro malo no era bueno, sin embargo la gente sentía más simpatía por perro malo. Si perro malo hacía algo bueno sus dueños enseguida le regalaban caricias. Por el contrario si perro bueno hacía alguna vez algo malo, era severamente castigado.
Perro bueno, como era bueno, siguió siendo bueno y murió creyendo que algún día alguien se daría cuenta.