Mi corazón entregué a una hermosa Dama,
el silencio profanó mi triste soledad,
aleteos de mariposa moviendo mi levedad
mientras mi vida se extingue cual triste llama.
Era Sara, mujer bella, tierna, rica y noble
mi inconfesable amor por ella era sincero,
mas me sentí morir como rosa en frío Enero,
sesgada de golpe en su tallo por fiero mandoble.
Me encamino al mundo de los inocentes
a morir con la sangre coagulada y reseca,
sintiéndome caminar entre seres indecentes.
Se resquebraja mi alma como al sol madera de teca,
mientras se escuchan en mi oído rumores silentes,
que sin pretenderlo han dejado, por ella mi alma hueca.