Levita,
blanca e inmaculada
mi piel al tibio roce
de tus manos.
Transparente, cristalina;
metamorfosis divina.
Suspendida,
se evapora al contacto
incandescente de la noche.
Pequeñas vertebras
se alinean ante tus ojos.
Descubriendo y guiándote
al camino
de mis pies desnudos.
Mi boca reza una plegaria
entrecortada por el deseo.
Mis poros,
microscópicos prismas
elevados al sol supremo.
El desierto en mis labios.
Un escorpión atento
a su presa
escondida entre dunas;
(vigilantes, detenidas
en un suspiro).
Cabalga un “pura sangre”.
Salvaje destino.
Tormentas de arena
en la madrugada
mas serena.
Combaten a duelo
la pasión y el sufrimiento.
Oasis de adrenalina,
sudor y lamentos.
Gime el alquimista
abrazado a su secreto.
Se revela el alma en oro
regresando a mi cuerpo.
Muy bonito