La cultura, como fuente inagotable de vida o como esa tenue luz que vivifica el espíritu y engrandece el alma (tan rica y diversa como es ésta) le dota al ser humano, hombre o mujer de cualquier edad, de muchas formas de expresión y de múltiples caminos para manifestar sus vivencias que, todas juntas,forman un brillo perpetuo de la humanidad entera.
Pero la cultura, y en este sentido las pluriformes culturas que se expresan en el Vorem son un ejemplo, es también una expresión humana que desborda cualquier concepto de intolerancia y nos permite ser auténticos visionarios (diferentes cada uno de nosotros y nosotras) idealistas de lo lógico y lo ilógico, lo terrenal y lo divino, lo trascendente y lo intrascendente… toda esa amalgama de sentires profundos que llevamos dentro y que nos ubica en nuestra propia identidad. la cultura, vista de´ésta manera, es la certeza de nuestra sinceridad y la podemos expresar, fuera de los canales dirigidos por intereses ajenos, en palabras abiertas, con la frescura de nuestra propia sensibilidad.
Cada uno de nosotros, hombres y mujeres dle Vorem, podemos construir con nuestras identidades culturales (divergentes y profusamente colectivas a la vez), nuestras crudas interpretaciones de tristeza, dolor. soledad… y también de amor, solidaridad, familia humana… fuentes infinitas para mostrar nuestros sentimientos o quizás solamente, !para qué pedir más!, de puesta al día de nuestras mentes humansa. Las culutras voremistas son un sello de nuestro corazón y, como tal, se convierten en calor tenso, latente y acogedor, que cada uno de nosotros y nosotras alimentamos como visión cosmopolita de nuestro yo interior.
La riqueza persoanl de cada ser humano es eel mejor referente cultural de su propio estilo de vida. Dicho de otro modo, cada uno de nosotros y nmosotras somos los creadores de nuestra propia cultura y por eso, por la firmeza de la expresión personal (si las directrices cercenadoras de lo9s canales oficiales que todo lo transmutan en intereses sociales de los grupos a los que pertenecen), todas las culturas como las voremistas deben ser altamente respetadas.
Dueños de nuestra propia personalidad, con las culturas voremistas abrimos las fronteras de nuestras visiones firmes o dubitativas pero siempre auténticas y creadoras de un cosmos de luz que no abre sentires, a través de la comunicaicñón interpersonal, en esre caminar vitalista enque se ha convertido nuestra existencia.
Que viva diesel