Tú mirabas la Alhambra
y el Patio de los Leones
y yo me quedé observando
tu vestidito de flores-
¿Qué me traes?
me dijiste, ante los cangilones
de la Rueda del Molino.
Sólo te traigo un camino
para invitarte a caminar
y que en las sendas del campo
nos iremos a encontrar.
Yo te dije: el infinito
de nuestro propio cantar
será como el de los jilgueros
que habitan en el pinar.
Y nos fuimos como chiquillos
que sólo desean jugar.
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