Ha vuelto el lorito de La Gasca a la calle. Después de varios años enclaustrado en el interior de su vivienda, ha sido amnistiado el lorito de La Gasca. Sí. El que piropea a las chavalasm el que imita al vendedor de periódicos confundiendo a los vecinos y el que llama pendejo a todo aquel que se le queda mirando de hito en hito con enormes deseos de estirarle el cuello, desplumarlo vivo o meterlo en la cazuela.
Fin de la dictadura. Me alegro por Doña Libertad que ha vuelto a adueñarse de las calles quiteñas, de las cuales la avenida de La Gasca es sólo un ejemplo con su lorito verde turquesa y amarillo limón que nos alegra las mañanas cuando chistea a todos los transeúntes.
Bienvenido lorito, me caes bien aunque algunos te tilden de malcriado, deslenguado charlatán y un poco sinverguenza. Que tu perspicaz locura, forajido ciudadano, siga siendo símbolo de libertad de expresión para enseñar a los demasiado intransigentes (porque confunden seriedad con represión), que un piropo placentero es señal de buena salud, que una imitación de personaje barrial es signo de amigable camaradería y que un pendejo dicho a tiempo sirve para limpiarnos el corazón de fatuos orgullos.