Música popular es el viento de los girasoles
como folklore referido a los maizales
desde el hallazgo de todas sus raíces
para superar a todos los vendavales
del titánico esfuerzo redentor.
Acústico aire de los parasoles
que aventan todos los cristales
del hogar humilde en los países
donde surgen múltiples necesidades
antes de llegar a su esplendor.
Comedia de la vida en los paisajes
del conflicto cotidiano y la tragedia
del amor infinito y solidario
elaborado por todo el elemento
popular como águila del campo.
Afán perseguido por los ramajes
del árbol nacido en la materia
del efecto primitivo y secundario
transportado por el leve condimento
del almuerzo consumido con harapos.
Desarrollo de existencias suburbanas
en medio del ámbito nocturno
y el ritmo del continuo sufrimiento
engastado en el eje de las ruedas
del carro que tira hacia adelante.
Producto de personas muy humanas
que miran las estrellas taciturnos
bajo el manto del tenue sentimiento
enfrascados en máquinas donde vuela
el mágico momento del talante.
Expulsados por los ricos hacendados
los estudiosos del pueblo ya caminan
envueltos en las nieblas del recuerdo
en las mantas del cobijo hogareño
para cubrirse del cierzo y la ventisca.
El impulso que mueve sus cercados
protesta en un silencio que culmina
en la síntesis del perfecto desacuerdo
con la razón siempre en el ceño
de esta vida que se les hizo arisca.
A la izquierda del río ellos acampan
cantando a los luceros del mañana
cual principio de entretejido sobresalto
con facciones de áridas pasiones
y el suspicaz encanto del misterio.
Y el viento devuelve lo que cantan
este pueblo que alegre se desgrana
en su profundo y húmedo asalto
superando todas las prisiones
y su libérrimo, grande y enorme imperio.