(Monólogo del Señor Mata)
Pues bueno… !aquí me tienen ustedes totalmente agotado de ir saltando de mata en mata intentando encontrar la verdad de mi vida!. Sí. Soy el Señor Mata y estoy al borde de un ataque de nervios como le sucedía a una tal Pedro Almodóvar con las mujeres pero lo mío es muy distino o más bien diametralmente opuesto. A saber. Entre salto y salto yo me pregunto ¿con qué mata me quedo?. Y así me ven ustedes, totalmente confundido porque no sé si elegir a la malvarosa, a la azalea, a la genciana, a la mejorana, a la valeriana, a la quina Santa Catalina o a la etcétera etcétera y etcétera. Y entre tantas etcéteras de matas yo, que no mato ni a un pulgón en época de crisis, estoy totalmente hecho un ovillo.
¿Y cómo me desenrrollo yo de este laberinto de matas que me están matando la moral poquito a poco… !y eso que le hecho más moral que el Alcoyano o Bombita, que era un famoso torero con más moral que Manolete el vendedor de frutas de mi pueblo?. Miren que lo intento lo intento y lo intento y ya no sé si es mejor quedarme con la menta o con la tila. Si elijo la menta me voy a quedar más verde que un alienígena marciano en época d erecogida de verduras o que las alcachofas de Don Benito y si elijo la tila me va a dar un ataque de risa o de nervios, que ya no sé si esto es para reirse o ponerse nervioso. Total, que no sé bien a dónde voy a ir a aparar. Llevo ya bastantes kilómetros dando saltos de mata en mata y parezco un corredor de tres mil metros obstáculos en época olímpica sino que con la diferencia de que los tres mil metros obstáculos tienen al fin un final pero esto de saltar de mata en mata parece infinito o por lo menos infinitivo compuesto. !Pues si que estoy compuesto!. Me compongo y me recompongo con cada mata que salto y nada… que aquí estoy entre tantas matas diferentes que estoy pensando mejor tirar por la calle de enmedio. Pero la calle de enmedio está totalmente ocupada por la hierbabuena, la hierbaluisa y otra hierba que no conozco de nada y por eso no sé ni como se llama ni aún menos cómo se apellida; por lo tanto me encuentro con el mismo problema de siempre: saltar mata tras mata y saltando saltando que parezco un saltamontes completo en medio de un campo de amapolas que me están poniendo hasta rojo de vergüenza. !Y ya me lo decía mi abuelita: “nieto mío no saltes tanto de mata en mata y decídete ya por una que eso de ir dando saltos agota y no te lleva a ninguna parte”. !Cómo si yo quisiera llegar a parte alguna!. En verdad que mi abuelita, que en paz descanse, siempre quería llevar la razón pero no, conmigo estaba muy equivocada, primero porque no soy suyo sino mío y segundo porque a la única prte que quiero llegar es a la cafetería a tomar un café con leche. Lo que sucede es que una cosa es ver las matas desde el palco presidencial junto al alcalde y los ediles y otra cosa, bien distinta por cierto, es esta especie de ruedo ibérico donde ruedo saltando de mata en mata y saltando saltando y saltando que ya he tocado varias veces el solo, la luna y las estrellas por no exagerar porque si exagero… pero bueno… a salto de mata me están matando la moral o eso es lo que se creen los más ingenuos. Así que me he decidio por quedarme con la morera que me parece que está muy bien. !Otro problema a la vista!. La morera está llena de gusanos de seda y yo no soy carnívoro. En fin, que ya no sé si enviarle una carta a mi tío Jacinto que sabe un montón de esto de matas pero no… porque eso sólo me serviría para confundirme. Que mi tío Jacinto sólo sabe ligar con crisantemos, con narcisos o con algún que otro floripondio y yo no soy de esa acera sino de la otra. Yo lo que quiero es una mata. Y estoy dispuesto a matarme la paciencia hasta que la encuentre. En fin otra vez y esto tiene tantos enfines que parece un enfín completo de cualquier cosa menos de un final. Lo mejor, me dice mi amigo Carlos, es elegir a la pasionaria. !Por Dios, si la pasionaria es una mata centenaria!. ¿Cómo voy a elegir a la pasionaria que es más bien parecida al centeno?. No. No elijo, por nada del mundo a la pasionaria que termino más rojo de vergüenza que un tomate delante de mil chirimoyas. Bueno otra vez bueno y mil veces bueno. Pues aquí me ven ustedes con todo este enigma de etcéteras etcéteras y etcéteras saltando de mata en mata y vaya usted a saber qué voy a hacer ahora. Adiós. Me voy a dar otro pequeño salto de mata a ver si por fin salgo de este campo y me ubico en el lugar exacto que es, creo yo, la sala de mi casa para ver plácidamente la televisión y nada más. Que mañana va a salir el sol y que salga por donde Dios quiera. Paciencia. Hasta mañana. Espero que mañana las matas se ajusten más a mis condiciones. !Hasta la vista!. !Sólo les pido una cosa!. Que por favor si me han visto no se acurden de mí para nada que yo ya no voy a seguir dando saltos de mata en mata porque confío en Dios. !Y confío que me regale una buena umbelífera y no un cardo borriquero!. A Dios y adiós.