Me tomaste de improviso y no pude hacer nada… Me abrazaste con alevosía y ventaja, y me quede estática, hecha de piedra… ¡Que habrás pensado!, tu abrazo fue breve, corto, pero intenso, inmenso, se adhirió a mi cuerpo cual segunda piel y a mi alma cual aura tormentosa, la palabra en tu murmullo fue tenue pero perfectamente audible para mí, los latidos de mi corazón le hicieron eco.
Me tomaste distraída y me dejaste temblando… Así abrazas tú, con una sonrisa que percibo a través de tu contacto. Me provocas y lo sabes, te arriesgas y no te importa, se nos acaban las cartas en este juego de disimulos, que ni yo misma sé hasta cuando podré contenerme, ni hasta donde soy capaz de llegar con tal de sentirte, con tal de vivir la experiencia de encarcelarte entre mis brazos y que tú te declares culpable, conmigo.
Pues bien, no te me escaparás nuevamente… Te estaré esperando, vendrás nuevamente a mí tarde o temprano, entonces, te regresaré ese abrazo mientras sigo inmolando a los dioses paganos mi cordura… Un abrazo y un poco mas, solo un poco mas… esa mirada tuya, brillante y ardiente, tan parecida a la mía, me confiesa que quizás tenga suerte, que quizás podré rozar fugazmente esos labios que tanto me seducen y dejarte pensando en que harás a continuación, en como podrás hechizarme en el siguiente encuentro, en la siguiente partida, en el siguiente abrazo.
Precioso abrazo dinora. Como encuentro de siguiente partida ese abrazo te tomará nuevamente distraída y así será la mejor manera de completarlo con un temblor de emociones. Es muy lindo el texto semipoético semiprosaico que has escrito llenando de pinceladas la sonrisa del contacto. Sensual y muy espontáneo ese abrázame de la inmolación de la cordura.