Una vez más, Rossana deambula sin rumbo al salir de la universidad. La soledad se adivina en su actitud. En dirección contraria camina Aldo, quien puede hacer inmensamente feliz a Rossana. Si se encontraran y se conocieran, serían de esas pocas parejas que logran encontrar la verdadera felicidad, aunque fuera al atardecer de sus vidas. Ambos están a media cuadra, y ocupan la misma vereda. Es innevitable el encuentro. Pareciera que el destino les ayuda en su prometedora unión. Pero justo en ese momento, sin causa aparente, Rossana cambia de acera.
2 comentarios sobre “Aceras de la vida”
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Si Rossana no hubiera cambiado de acera, Aldo quizá hubiera quemado su chaqueta sin querer con el cigarrillo, o a ella no le hubiera caído bien su cara de buenas a primeras, o simplemente hubieran pasado uno junto al otro sin más.
Pero, si se tienen que conocer, ya se conocerán, eso seguro.
Besos.
Nunca se sabrá que hubiese ocurrido si Rossana y Aldo se hubiesen encontrado cara a cara en la acera junto a la Universidad. El cambio de acera fue un golpe del Destino… quizás de haberse encontrado cara a cara hubiese surgido la chispa del amor entre ambos (una mirada, un piropo, un donde vas, un te acompaño, un quedamos mañana, un estoy a gusto contigo… etcétera…) o quizás no se hubiesen percatado de la existencia del uno para con el otro. Nunca sabremos qué huibiese ocurrido. Al cambiar de acera Rosanna nos dejó con una de esas innumerables interrogantes que ocurren todos los días en la vida de los seres humanos. A mí particularmente me gustaría que tu Rossana y tu Aldo tenga la oportunidad de volver a encontrarse… para ver qué sucede… bueno… sólo es una simple curiosidad… ¿por qué no los haces cruzarse algún día en mitad de la vereda?. Y nos cuentas que pasó… un abrazote vorémico yopis. Muy interesante tu texto por lo que deja en el aire… el Destino jugando con los seres humanos a los encuentros y los desencuentros…