Al requiebro de la vida circundante

Al requiebro de la vida circundante
pasa el viajero de todos los caminos
con el rostro pausado de la ondulante
materia anónima de los peregrinos.

Lleva en su mochila de estudiante
mil días abiertos y cien pergaminos
pues es su mejor estigma y estandarte
conocer la esencia de todos sus destinos.

Y al caer la tarde del viento suspirante
él recoge sus extensos sueños repentinos
y caminando siempre hacia adelante
se hace vida con el canto de los trinos.

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