Cuando he salido al balcón una mariposa se ha posado en uno de los barrotes. El sol comenzaba a surgir por el este. Su leve calor comenzaba a dar vida. Me he dijado en las alas de la mariposa, en su colorido, en su belleza. He recordado la definición del autor de las gregerías: “Mariposa, capitel del aire”. Alas de mariposa ¿qué fuerza leve puede impulsarlas? Si esa levedad impulsa a un insecto ¿cuánta fuerza necesitamos para vivir? Quizá dejamos que un derroche de fuerza se pierda en dar vueltas a un simple problema. Quizá nunca hayamos descansado, sin hacer nada, sin mirar hacia ninguna parte. Es maravilloso que una mariposa sugiera tanto. ¡Es maravilloso reconocer la larga búsqueda para la que estamos destinados!