Hoy no ha sido un buen día. Mi cabeza ha dado vueltas, sin rumbo, recreándose en pequeñas imágenes imposible de olvidar. Retumban en mi cabeza frases sin sentido a día de hoy, frases que me transportan atrás. Miro hacia delante pero mi cabeza mira hacia atrás, intento que mi cuerpo y mi cabeza vayan acompasadas, con ritmo, ordenadas, pero solo consigo una visión de dos planos diferentes: delante y detrás.
Mi cuerpo camina hacia delante, inducido por mis ganas, por mi ímpetu, por mi fuerza, inducido por los míos. Camina hacia el futuro, hacia una claridad, camina con ganas, camina con el rumbo marcado. Intento no salirme del camino, al fin y al cabo no es difícil, simplemente consiste en respetar lo marcado. Siento mis piernas fuertes, las siento con ganas de superar todo esto, siento que quieren correr mas deprisa de lo que están dispuestas a aguantar. Me siento aliviada. Creo que lo puedo conseguir, mi cuerpo está preparado.
Mientras que mi cuerpo camina hacia el futuro mi cabeza se vuelve hacia atrás con facilidad. Sirve solo una pequeña mención para que se vuelva, no respete lo marcado y viaje a través del tiempo. Intento atraparla pero es más rápida que yo, no la logro seguir, no logro pararla y darle la vuelta para volver a caminar en mi cabeza hacia delante. Todo lo que soy capaz de conseguir con mi cuerpo, mi cabeza lo estropea una y otra vez.
Este es uno de esos días. He atrapado a mi cabeza más de una vez corriendo hacia atrás, viajando en el tiempo. Me enfado con ella pero se revela. Hoy está revuelta. Quiere salir de lo marcado y no puedo controlarla. Incita a mi cuerpo a volver hacia atrás, he intentado evitarlo pero no lo he logrado. Ha viajado por la tranquilidad de otro país, otra cultura, ha viajado recreándose en los diferentes lugares que ha visitado con mi cuerpo. Los ha visto y ha vuelto a disfrutar las mismas situaciones, las mismas sensaciones. Ha vuelto a disfrutar de todo aquello que los tres juntos hicimos. Donde estuvimos sonriendo, donde estuvimos viviendo. Donde aprendimos a comprender que la felicidad se vive en multitud, allí mismo me han arrastrado.
De repente los dos a la vez me arrastran, paran mi camino, mi decisión y vuelven atrás. Es como si no pudiera controlarlos, basta solo una pequeña mención, una pequeña melodía, unas pequeñas palabras para echar por tierra el trabajo de meses. Tanto tiempo controlándolos para que en cuestión de minutos retroceda.
Lo peor: estoy haciendo lo que se supone que no debo hacer. Tengo que ser fuerte y arrastrarlos otra vez hacia el camino correcto, al que debe ser, al que tiene que ser. Pero hay momentos en los que realmente no me siento con poder sobre ellos, es como si cambiásemos los papeles y ellos me controlasen a mi. Intento deshacerme de su absorción pero aquí estoy, escribiendo sobre ellos, aceptando una vez, y por escrito, que hoy me han vencido.
Hoy no ha sido un buen día, he vuelto atrás una vez más.