Amada amiga

Es lugar común oír, no existe un hombre sin imaginación; sin embargo, la gran interrogante es: ¿habrá imaginación sin hombre?.

Sin hombres capaces de atreverse a realizar esos sueños que albergan en sus adentros. Hombres rotos por la rutina y la agonía del día a día, robotizados, errantes sin meta alguna, solo vegetando. Molesta, como se desperdicia una vida así; aun cuando no les culpe.

La imaginación exige hombres capaces de morir por ella. Berracos, fuertes con la fortaleza y la perseverancia para materializarla.

Se debe volver a la irreverencia contra el letargo de la existencia contemporánea y apostar por no ser reactivos, sino activos, por proponer y no ser espasmódicos. El Siglo XXI, como cualquier otro, necesita hombres que revivan la sencillez y la simpleza de la vida, que de paso a la espontaneidad creativa del humano.

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