Análisis literario de Mishima

Enfocar el análisis de Mishima Fukuy exclusivamente en su faceta ideológica y personal (él es profundamente humano y como tal es un ser equivalente a muchas explicaciones) es totalmente injusto por lo que tiene de reduccionismo simplificador. A Mishima hay que considerarlo como quizás el mejor escritor japonés del siglo XX (para mí es mejor que Kawabata y Oé Kenzaburu) por la valentía que demostró al exponer a la luz pública temas inéditos en Japón. Autor de 15 novelas, 33 piezas de teatro y más de 80 cuentos y relatos, este especialista del Derecho (carrera que estudió en su juventud) es un verdadero creador de mundos literarios.

Surgiendo de su primera novela (Confesiones de una máscara) toca el tema del despertar de su sexualidad (él hizo público que su primera masturbación la realizó contemplando una estampa del Martirio de San Sebastián) y las introspecciones de un adolescente inclinado a la homosexualidad (cumplida como una “ocultación” para subsistir en un mundo lleno de prejuicios y persecuciones como lo era el japonés de la posguerra).

Mishima es un fenómeno reactivo que trata la homosexualidad, la soledad, el aislamiento mental y espiritual, el harakiri como “glorifiación” de la muerte ética, el sadismo (de ahí que tratara el tema de Sade en su “Madame de Sade” desde un ángulo muy original de la feminidad), el masoquismo y un sinfín de tópicos que se establecen como metafísica de la materialidad humana.

Con su literatura ha dejado obras tan importantes como “el rumor de las olas”, “El pabellón de oro” (que fue reeditado por Juan Marsé), “El marino que perdió la gracia del mar” y su magn{ifica tetralogía “El mar de la fertilidad”. Este escritor ha sido analizado por el famoso John Nathan como un dinámico “balzaciano” con mucho de “flaubertiano” en sus verdades hondas y profundas acerca de la naturaleza del ser humano.

Partiendo de una prolongación del idealismo de Platón, de la fenomenología “espiritualista” de Hegel, de la exaltación romántica de Goethe (de ahí que siempre dijese “olvidar a Fichte y seguir a Goethe”) y de los dramas “kabuki ja” japoneses (que recrea en medio de un contexto escénico influenciado por el No que desemboca en varipinto realismo histórico) su prosa está llena de la versatilidad de la vida. Lleno de fantasías y de fértiles consecuencias anímicas, Mishima está influido por los comportameintos éticos de los Tokugawa (aristocrática familia a la que pertenec{ia su propia mujer) y lleno de tensiones significativas para el pensamiento moderno; con descripciones objetivistas que lo transfiguran en un escritor “brechtiano” (incursionando la subjetividad del lector en el texto objetivo de sus obras).

Margueritte Yourcenar hizo una extraordianria exposición de la visión del vacío que tenía Mishima cuando buscaba el ansia de la libertad a través del sentimiento humanístico de la modernidad contemporánea. Llega así a la altura de un André Gide, de un Marcel Proust (buscando evocaciones de la memoria intransitiva) o de un William Woosworth (por las descripciones íntima de su propio Yo interno).

Se le puede considerar como un exaltador del romanticismo por su especial manera de escribir prosa poética en los temas del amor y la sexualidad. Y es importante su visión femenina de Sade (la feminidad de lo masculino).

Mishima hizo de su homosexualidad un místico componente de la realidad inherente en la especificación masculina (todos tenemos los dos componentes genéricos -masculino y femenino- en nuestra naturaleza).

De las visiones románticas de Mishima nacen sus visualizaciones del comportameinto de los “bushi” y los “kabuki” donde refleja el ideal de su pensamiento aristocrático y el de los samurais, lleno de riqueza plasmática y de energía con caracteres metafísicos.

En “el pabellón de oro” expone una prosa lírica para tratar la historia de un joven monje feo y tartamudo que está impedido para “salir” al mundo peor que el escritor colma de belleza interna y de gran valentía para salir adelante. Y en “La visión” elabora un gran ambiente de mecanismos psicológicos para explicar sus propias ambiciones, triunfos, fracasos y exilios interiores a través del tortuoso mundo del protagonista.

Grandes sentidos narrativos se observan en “El templo del alba”, en “El marino que perdió la gracia del mar”, en “Caballos desbocados” y en su tetralogía “El mar de la fertilidad” donde expresa sus principales fantasmas del solor y el placer así como en “Sed de amor” expone sentimientos de lo bello a través de la sensualidad de carácter violento.

También hay que referirse a su poesía implícita: un mundo de metáforas materializadas en la energía activa de las hojas arbóreas del verano, de los guijarros lanzados a través del roble para hundirse en lo profundo del mar, en los insectos volando bajo el arco llameante del aire… en fin toda una gran exposición de ambientes cargados de palabras referenciales (la palabra como referente) estimuladas por una gran retórica desafiante que llega a la estética de lo heroico.

He aquí el poema que e4scribió la noche anterior de su suicidio: Las fundas de las espadas se agitan / tras años de espera / Hombres valientes parten / a caminar sobre las primeras heladas del año. Con este poema arengó a las tropas cuando los soldadosw se burlaron de él y momentos antes de hacerse el harakiri.

Una poesía extraña para el entendimiento de la mentalidad de los europeos pero llena de compromiso con su ideal artístico y vital.

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