Del fogón no te alejabas
era como tu príncipe azul,
sobre todo en esos días
de cuaresma a bien guardar.
Tu delantal por bandera,
tus manos siempre impecables,
tu blanca melena “enroscá”
con ese precioso moño
que no se puede “olvidá”.
Todo preparado está
ingredientes y pasión,
así que en un buen cazo
comienza la ebullición.
¡Ay madre qué olor!
A canela y a limón…
Y… ¡Mueve! ¡Mueve!
Siempre pa´el mismo “lao”,
¡qué no se pegue chiquilla!.
Ya está hirviendo la leche,
ahora a echarle el arroz,
dejarla cocer muy lenta
bajando el fuego por ¡dios!.
Para darle buen dulzor,
azúcar blanca mejor.
Y… ¡Mueve! ¡Mueve!
Siempre pa´el mismo “lao”,
¡qué no se pegue chiquilla!.
Y mis ojos que miraban
parecían hacer chiribitas,
entre “pa´” acá “pa´” allá
cuencos de leche y arroz,
espolvoreo de canela
¡Cuánta pasión y olor!
Pero de todo y por todo
lo que no puedo olvidar,
es la risa de mi abuela
que entre cantar y cantar
no paraba de gritar:
¡Mueve! ¡Mueve sin parar!
Siempre pa´el mismo “lao”,
¡qué no se pegue chiquilla!.
Namri, has inundado mis fosas nasales del rico aroma del arroz con leche.
eres maravillosa….besotes
Se llega a holer el sabroso arroz con leche. Es un poema lleno de color. Se nota en ti una poetisa llena de sensibilidad. Un abrazo.
Genial como siempre chiquiya. Con el gracejo andaluz de tu Cádiz luminosa, nos transportas a una escena de canto y melodía llena. Siempre sonoro y brillante el contenido del poema que nos guía a tu carácter lleno de recuerdo. !Qué bonito princesa!.