Arroz con leche

Del fogón no te alejabas
era como tu príncipe azul,
sobre todo en esos días
de cuaresma a bien guardar.

Tu delantal por bandera,
tus manos siempre impecables,
tu blanca melena “enroscá”
con ese precioso moño
que no se puede “olvidá”.

Todo preparado está
ingredientes y pasión,
así que en un buen cazo
comienza la ebullición.
¡Ay madre qué olor!
A canela y a limón…

Y… ¡Mueve! ¡Mueve!
Siempre pa´el mismo “lao”,
¡qué no se pegue chiquilla!.

Ya está hirviendo la leche,
ahora a echarle el arroz,
dejarla cocer muy lenta
bajando el fuego por ¡dios!.
Para darle buen dulzor,
azúcar blanca mejor.

Y… ¡Mueve! ¡Mueve!
Siempre pa´el mismo “lao”,
¡qué no se pegue chiquilla!.

Y mis ojos que miraban
parecían hacer chiribitas,
entre “pa´” acá “pa´” allá
cuencos de leche y arroz,
espolvoreo de canela
¡Cuánta pasión y olor!

Pero de todo y por todo
lo que no puedo olvidar,
es la risa de mi abuela
que entre cantar y cantar
no paraba de gritar:

¡Mueve! ¡Mueve sin parar!
Siempre pa´el mismo “lao”,
¡qué no se pegue chiquilla!.

3 comentarios sobre “Arroz con leche”

  1. Genial como siempre chiquiya. Con el gracejo andaluz de tu Cádiz luminosa, nos transportas a una escena de canto y melodía llena. Siempre sonoro y brillante el contenido del poema que nos guía a tu carácter lleno de recuerdo. !Qué bonito princesa!.

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