Augustos Diccionario, persona de letras

Al tocar el timbre de la casa de Augusto Diccionario una voz masculina me preguntó que deseaba, y pregunté si podía hablar con él…
Subí a pie por las escaleras.
Y me abrió la puerta él en persona.

Me invitó a pasar a su despacho, allí tomé asiento, mas no recuerdo si me invitó a sentarme o si me lo pidió. Le pregunté si disponía de unos minutos para atenderme, y me respondió que a pesar de las velocidades y pocas paciencias actuales, él en eso estaba ausente y sí que tenía tiempo para mí. Todo el tiempo del tiempo.

También me dijo que él era de pocas palabras y que le gustaba más escuchar y despejar dudas de un modo breve y de forma que se le entendiera bien.
Y de hecho se le entendía todo muy bien. Añadió que le iba mejor que fuese yo quien le tirara de la lengua, una lengua que conocía muy bien. Y debía ser cierto. ¡Pues si cada día la usaba!

Pues bien, estábamos allí ambos y… “¿En que puedo ayudarle?” Fue así como empezó este encuentro fascinante con el señor Diccionario. Con una energía, una pulsión, entre una pregunta y una respuesta.

Fui directo al tema: “¿Qué es un Cascahuetes?”

El señor diccionario me miraba a los ojos, sin perseguirme, noté que me tomaba en serio, me sentí valorado, no utilizó mi pregunta para burlarse de mí, no utilizó mi pregunta para catalogarme, simplemente escuchó, en lugar de responder a toda velocidad, como cuando tocas un botón y viene la respuesta, se tomó unos segundos, aquel silencio parecía fundamental. Un silencio que era como un pilar donde se sostenía algo que había de suceder o estaba sucediendo de inmediato ya.

“Es un artilugio que se utilizó en el pasado, para abrir cacahuetes”
Aquello empezaba a ponerse interesante, y sin que yo se lo pidiera continuó explicándome detalles: “Las gentes del pasado, descubrieron que las nuevas tecnologías de su época, eran muy necesarias, muy útiles, pero tanto, tanto…, no lo eran, y esto provocó que el Cascahuetes quedara en desuso y desapareciera” “Además, aquellas gentes del pasado se dieron cuenta del inmenso poder y habilidad que tenían con sus dedos, con su manualidad y manufactura”.
Volví a formular otra pregunta “¿Antes del Cascahuetes que…?
Pareció que A. Diccionario adivinó mi pregunta y “Antiguamente los seres humanos pensaban que podían comerse el mundo, y a consecuencia de ello mascaban el cacahuete, creyendo que así lo podrían comer, pero vieron que aquello no era apetecible, aquella mezcla de trozos de cáscara con el fruto no era demasiado comestible, y así fue como idearon este artilugio, esa nueva tecnología. Y como expliqué antes, descubrieron que cogiendo el cacahuete entre los dedos y ejerciendo una pequeña presión, el fruto quedaba abierto y era más cómodo para comer”.

Luego estuvimos un rato dialogando, cuando salí de allí pensé que en cualquier texto que nos encontremos, las palabras a pesar de estar allí plasmadas, están rodeadas de una especie de vacío o espacio en blanco, lo mismo que el espacio en blanco que hay entre líneas.Lo que invitaba a no ser tan literal… Sin ese espacio seria imposible la comunicación. ¿Qué hubiese sucedió si entre el Cascahuetes y el Cacahuete no hubiese estado la imaginación o la simple fragilidad de unos dedos de una mano de aquellos seres humanos de la antigüedad que se creían que podían comerse el mundo?

Crucé la calle con tranquilidad, sin prisas. Caminaba tranquilamente en contraste con las demás personas que pisaban el acelerador camuflado que tienen bajo el zapato.
El señor Diccionario me confesó que tarde o temprano sufriría una especie de mutación, ignoro a que se referiría… recordé que me había dicho que muchas veces nos autoengañamos tergiversando el significado de las palabras, y que realmente cada palabra puede tener un valor muy personal.
Me llamó la atención aquello de que sufriría una mutación. Aunque no entendí bien en que sentido me lo dijo.

3 comentarios sobre “Augustos Diccionario, persona de letras”

  1. Lástima que no pidieras al señor Diccionario que ampliase la información y nos aclarase la forma que tenía el artilugio. Sería uno de esos trastos inútiles que no se sabe cómo han sobrevivido a diferentes generaciones hasta reconocer su falta de rentabilidad y de utilidad.

    Buen invento el de la palabra “cascahuetes”, tiene mucha gracia.

    Un abrazo, Volskiervers

  2. Muy bueno de verdad, amigo y colega… pero como la envidia es insana ya verás como al Cascahuete de tu Cacahuete le sale un Alcahuete criticándotelo. Por lo que respecta a mí te aconsejo que hagas caso al Cacahuete y olvida al Alcahuete de turno…

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