Todas las entradas de: Anitamae

Horas

Tu miedo a soñar en soledad,
te acerca a mis costillas.
Odias las horas gastadas.
Olvidas tu sombra en la terraza,
y el reloj tamborilea en mi muñeca.
No se detiene. Nunca se detiene.
Se desahucia la tarde. Huele a nicotina.
Bebemos vino.
(Momento bukowskiano. Reímos)
Cesa la noche. Ya es domingo.
¿Leerá Dios la biblia?

Ignatius (la elección)

Dio un enorme bostezo, mientras la tarde entraba con parsimonia a través de la ventana. Caminaba con pasmosa lentitud, mientras las motas de polvo danzaban a su paso, como si tuvieran vida propia. Fatigado y gordo, daba pasos lentos. El calor lo estaba matando. En la terraza, el despiadado sol hacía de las suyas. Aquello ardía. Encontrar un resquicio de aire fresco, iba a resultar casi imposible. Cuando se acercaba a la temida terraza, una voz gastada por el tabaco y el ron, detuvo su marcha.
_ ¡Sal de ahí, inmediatamente!_ Dora, la dueña de esa voz casi aniquilada y su enemiga número uno, hablaba desde la cocina. Su reino. Un reino poblado por una cacofonía insufrible de cacerolas y vasos golpeándose entre sí. Una puerta se cerró con tal estrépito que estremeció su cuerpo blando y fofo . Sigue Leyendo...

Envejece la noche

Bajo los soportales polvorientos,
remota y ancestral habita latente,
perfumada de largas distancias
envejece a un palmo de vacíos sueños
y el áspero suelo.
Exiliada, teje en la penumbra con saña,
heréticos miedos. Feroz batalla.
¡ Qué oscuros desvelos, criaturas sin pueblos!
Desposeída ya de tiempo, sin segundero
con su abrigo nocturno , raído y escueto
se desangra en un Madrid somnoliento.
Declina la luz de las espigadas farolas.
Despojada de sus eternas sombras,
Envejece.
Desaparece.

Virgilio, Katia y los geranios

Virgilio, ese gran fabulador que creó al héroe perfecto para satisfacer a su emperador, yace en su regazo con Eneas naufragando cerca de Cartago. Bello y feroz guerrero. Un héroe perfecto, casi humano, casi Dios. Con los ojos llorosos, le cuesta leer. Señala con un dedo, para no perder la línea. Sumergida en la tormenta que vapulea las naves del héroe, no repara que fuera las nubes oscurecen el día.
_¡ Mira mamá!_ grita Katia. Tiene casi cinco años. Ríe como si el mundo le perteneciera y estuviera plagado de tesoros. Agita un trozo de papel delante de su madre.
_¿ Qué has dibujado, cariño?
_ Un sol. Sigue Leyendo...