Un día como otro cualquiera comenzó la historia de un personaje con no mucha diferencia a cualquier otra persona del mundo, relativamente. Una historia, que al contrario de las que nacen con una nueva vida: un nacimiento. Comienza, con un final: dramática muerte. Así da comienzo la descripción de lo impensable, haya donde la imaginación y la magia se pierden.
Pero antes de ese extraño comienzo, nos situaremos en el final que da comienzo a una nueva simbología del principio. Un entrante para mostrar esta historia, mi historia.
Helrick es mi nombre, o por lo menos el del recuerdo de quien fui, era un hombre de carácter robusto, había sido criado en las islas Canarias, en medio del Atlántico por una familia un poco fuera de lo común, con un padre especializado en medicina quirúrgica y una madre delineante.