La anciana del 4º estaba alineando cuidadosamente los geranios de porte colgante y hojas carnosas en su viejo balcón, tanto los acercaba al exterior que parecía que éstos estuvieran observando con curiosidad el divertido ajetreo de la calle en un día normal. Mientras, en el 3º A, una linda adolescente, envuelta en una toalla, se estaba secando su rizada melena negra en medio de alegres melodías que una moderna radio emitía a gran volumen. Debajo de ella, en el 2º A, un hombre de mediana edad vociferaba y gesticulaba airadamente a través de su móvil, a su lado, la que podría ser su mujer se mordía nerviosamente las uñas a la vez que le observaba con preocupación. Simultáneamente, el editor del 1ºB, devoraba con ansiedad, no sé qué textos, en su ordenador portátil entretanto consumía con avidez, un cigarrillo tras otro. A todo esto, la pareja de profesores del 2º B, salía del portal con su perro, que como todos los días, levantaba la pata en la puerta del kiosco y nos obsequiaba, orgulloso, con un largo y uniforme pis.
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Enredos
Como todos los días al levantarme me apresuré a hacer el café, mis prisas no eran por el café en sí , tampoco porque el tiempo me acuciara, ni mucho menos porque algo bueno me esperara; simplemente necesitaba tomar mi tranquimacín.
Los enredos en mi vida y sobre todo los acontecimientos del último año, me habían desbordado; la ansiedad era mi compañera diaria, las aerofobias cultivaban mis miedos y dejaban al descubierto mi cobardía y mi debilidad; me aterraba salir de casa , a veces incluso me era imposible levantarme del sofá..
Alicia
Abrí la puerta del coche, me senté, coloqué con cuidado las llaves de casa en la guantera, me acoplé el cinturón de seguridad; con delicadeza me puse las gafas de sol, escogí un Cd de los Rolling Stones. Empezó a sonar “Angie” y arranqué el vehículo.
Me encontraba gratamente nervioso, placenteramente inquieto, una feliz nostalgia atrapaba con rabia mi alma. ¿Qué aspecto tendría Alicia después de 30 años?
Ella fue el amor adolescente. Empezamos a salir en el año 1975, apenas teníamos 16 años, yo estaba en COU y ella estudiaba secretariado en la academia Cots.
El fin
Al abrir los ojos me doy cuenta de que no estoy en mi casa .La cabeza me da vueltas, la boca no la puedo abrir, una terrible sequedad la mantiene pegada, soy incapaz de recordar lo que ocurrió la noche anterior; la conciencia me muerde cruelmente. Mi ropa está tirada en el suelo, sólo la corbata estaba colgada en una vieja percha. A mi lado no hay nadie, no escucho ningún ruido. No quiero levantarme, antes tengo que pensar en la noche anterior y sobre todo en María José, ¡Cuántas veces le prometí que iba a cambiar! .
Iba recordando lo sucedido, el Púb., las cervezas, la rubia excitante, ….. Me visto, el pantalón de franela está completamente arrugado; dos manchas en mi elegante camisa azul reflejaban con exactitud mi libertino comportamiento nocturno.
Agónica Abstracción
Aquel domingo Damián salió de la cárcel; había esperado con impaciencia la llegada de este día, una sóla idea le obsesionaba: ir en mi busca y liquidarme. Yo conocía de su determinación, no en vano cumplió condena después de asesinar con saña a un colombiano por asuntos de drogas.
Me habían informado de su libertad el día anterior, era consciente de que no se detendría ante nada, el pánico se apoderó de mi voluntad; estaba realmente asustado. ¿Qué hacer?. Él sabía donde encontrarme y tarde o temprano lo haría. Con angustia y nerviosismo llené apresuradamente y con desorden la maleta y me dirigí a la estación de metro más cercana; mi intención era llegar al aeropuerto.
El extraño Nacho
Se acababa de incorporar. Nacho vino de Madrid, mi nuevo compañero de trabajo tenía apenas treinta y cinco años y un aspecto pasable, el pelo corto, los ojos pequeños, aunque la cabeza era grande y redonda. Por lo general parecía un personaje simpático y extrovertido, quizá algo vehemente en sus opiniones pero no más que la mayoría.
Al cabo de un tiempo no tardé en darme cuenta de que estaba ante un tipo peculiar.
Bajo los impuslos
Manuel recordaba con confusa nostalgia los tiempos en que ejercía de profesor de instituto, su existencia por aquel entonces era serena y plácida. En su casa, todas las tardes y hasta la llegada del cálido atardecer, preparaba con minuciosidad las materias de clase para el día siguiente; después, se dirigía al paseo de la pequeña ciudad costera y permanecía sentado en uno de sus bancos observando el ir y venir de la gente; de vez en cuando, algún conocido se paraba y departía algunos minutos con él; aquella rambla siempre le había gustado, los cercados parterres estaban muy bien cuidados y los tilos, con sus amplias copas, parecían aislar el paseo del resto de la ciudad. Los fines de semana los ocupaba en pequeñas reparaciones de la casa y en buscar un lugar cómodo y tranquilo en el acantilado donde poder pescar con su vieja caña.