Hay muchos en esta vida que se dedican a tener y no a ser,
al final solo tienen y nunca son,
lo más triste es que su sangre solo tendrá y ni se enterará siquiera si existe el ser.
Así es como se ha hilado la idea paupérrima de tener y tener,
pido que mientras el hombre viva se dedique a ser porque es más probable que ame.
Quisiera que los corazones fueran de lucha,
quisiera que las conciencias actuaran con justicia,
y quisera que las personas les importara su vida misma y
las de su prójimo.
Estoy de regreso para oler la exquisita fragancia de tu piel
tener tus ojos y verlos como una adicción,
estoy de regreso para tocar tu rostro hambriento de amor,
y vivir lo más puro que es el puro amor.
Sentí el pulso de tus palabras que arrullaban a mis ingenuos oídos.
Me levanté, te miré y morí.
Ya muerta te seguí mirando pero ya no me arrullabas,
sólo te veían mis ingenuos ojos.
Silencio con tu mirada que arroja impotencia y amor,
silencio con tus pasos firmes que llegan a las casas desprotegidas,
silencio porque muchos mueren en este mundo infrahumano.
Estridencia a los de allá arriba porque viven de nosotros,
estridencia por nuestros derechos,
estridencia por un mundo humano.
Amor, ¿qué sería de la humanidad si no existieras? ¿qué llenaría de armonía a aquellos que nos eres imprescindible? tarde o temprano estarás presente en los ciegos inhumanos.
Como cuando éramos hombre y mujer,
como cuando estábamos bajo la sombra de aquel frondoso árbol,
como cuando soñábamos con tener más de una flor en el jardín,
así era cuando estábamos como la luna y las estrellas.
La lluvia fría y tu corazón también,
mi sangre como el sol de verano
y mi latir desesperado por querer ser sol de invierno.
Seré sol de invierno, seré lluvia seré.
Aquel viejo iba llorando muy discretamente como si se le estuviera quemando y ahogando el corazón al mismo tiempo.
Caminaba con ritmo de vals, los demás iban apurados como si fueran a recibir herencia, lo empujaban unos a drede y otros sin darse cuenta. El viejo seguía desahogando sus penas, ¿cuántas? no sé. Se limpiaba sus ojos cansados con sus manos callosas y rasposas. Lo seguí con la mirada llena de dolor, yo ahí parada sin saber que hacer o decir. Él se alejaba poco a poco, decidí seguirlo y auxiliarlo. Le pregunté si lo podía ayudar en algo y me contestó: por favor toma tu vida como el jinete la cuerda para no caerse. Lo miré con admiración y asentí. Me tomó de la mano y me pidió que lo ayudara a cruzar la calle. Mientras tanto, muchas cosas me pasaban por la mente, de él y de mí.
Lo dejé parado y regresé a mi rumbo, después de tres pasos voltee y el viejo ya no estaba.Sigue Leyendo...
Las gotas saladas del mar son tus lágrimas,
el viento que acaricia mi rostro cada día, son tus manos
el silencio estridente eres tú y la luz de la luna es tu alma.
La tierra grita de dolor,
los árboles se mueven con desesperación para escapar,
los mares inmensos aúllan como lobos
y la humanidad con su mirada de grandeza.
Llévame a lo infinito
para maravillarme de él,
quiero conocer su inmensidad
quiero estar en él.
Llévame a las montañas
para purificar a éste corazón,
quiero respirar su hogar
quiero ser y siempre ser.
Portal Literario Independiente
Uso de cookies
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies