Te vas

La sociedad de hoy en día me causa desolación, sólo demuestra materialismo, egocentrismo, superficialidad, falsedad, hipocresía…
Estaba todo tan oscuro, tan falto de esperanzas, me encontraba perdida, consideraba todo por lo que estaba rodeada banal y sin ningún tipo de valor..
Me sentía sola, incomprendida, tan diferente, tan “especial” en el más despreciable sentido..
Yo quería ayudar, no quería formar ese futuro productivo al que la mayoría de las personas aspiran, quería viajar, viajar y ayudar a las personas..
Comentarios de desprecio me hicieron dudar de esa decisión, muchas dudas florecieron, además de un profundo temor.. ¿Quién era yo y que hacía en el mundo ? ¿No podía ser como los demás acaso?

Y allí, entre la tormenta, entre un remolino de niebla que me había impedido ver, estaba él, ahora estoy segura de mi misma, y sobretodo estoy segura de que le quiero de verdad.
Tu la quieres a ella, y no te molestas en que nuestra amistad fluya, porque marche todo bien.. ¿y yo? Yo estoy cansada.
Cansada de sentir este dolor, esta incertidumbre, esta decepción y tristeza constantes. Cansada de luchar por algo a lo que por más que lo intento no llego a alcanzar.
Pero estabas allí, ahora te has ido, te echo de menos, pero te lo agradeceré siempre.

Un comentario sobre “Te vas”

  1. Profunda reflexión, Cristina. Llegas al fondo del asunto con unos breves párrafos perfectamenter trazados y que pueden dar mucho más de sí. Digno de un debate. Un abrazo amistoso.

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Te vas

Te vas sin darme tu mirada perfumada
sin tocar mis ojos con tu boca de miel.

Te vas sin murmurar mi nombre
sin decir adiós.

Te vas sin besar mi frente
sin decir por qué.

Te vas sin golpear a este corazón dormido
sin acariciarlo, sin dejar tu olor a lo divino.

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Te Vas

Y así, sin más, me dices que te vas.
Me lo dices en este amanecer plomizo y brumoso, como de otoño a pesar de ser primavera. Me lo lanzas a bocajarro, mientras el alba se cuela furtiva por la ventana.
Me lo dices con voz baja pero certera y convincente.
Te vas, que ironía, sin tan siquiera soltar mi mano que mantienes, como cada amanecer, fuertemente asida.
Te vas.
No hay motivos, ni razones, ni explicaciones por tu parte.
El suelo se abre bajo mis pies que parece querer tragarme por entre sus gruesas grietas hacia un abismo inimaginable.
No soy capaz de pronunciar palabras. El loco de mi corazón se ha hecho dueño de mi garganta y la oprime como un psicópata al compás de sus latidos. Un agua cristalina comienza a emanar de mis ojos mientras tú te desatas de mi mano y te levantas.

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