Me sucedió en plena época de la Guerra de Vietnam, cuando comenzaban a hacer furor todos aquellos tontuscos que aparecían en las grandes ciudades de Occidente Libre con las ridículas pancartas y los ridículos letreros de aquel más tontusco todavía slogan de “Yanquis marcháos a casa”. Resulta que me había contratado una Emisora de Radio y estuve yo, como enviado muy especial, en medio de La batalla en el valle de Ia Drang, que fue la primera batalla convencional que libraban las tropas de Estados Unidos contra el ejército de Vietnam del Norte y la fuerza principal del FNL. También fue la más sangrienta hasta la fecha y la última en la que tropas insurgentes tomaron parte contra los norteamericanos de forma convencional. La batalla se libró entre tropas de infantería con apoyo aéreo y artillería, como la mayoría de las batallas de Vietnam. Se prolongó durante un mes registrándose duros combates, en muchos casos cuerpo a cuerpo. Yo estaba cumpliendo mi labor informativo como El Agente Mandarina e iba acompañado del famoso Agente Naranja.
En medio del lodazal de aquel pantano, cuando apenas podía yo caminar por el peso de las botas militares llenas de barro y las cañas (por cierto que, después de aquella crónica radiofónica, me tomé unas buenas cañas en una casa de campo que encontré en mi camino una vez cumplida mi misión) que me quitaban media visión. Pero con la otra media visión pude completar una excelente crónica mientras los obuses pasaban sobre mi cabeza. En aquel momento no tuve ninguna clase de miedo sino un poco de pavor al ver que las botas se me hundían, cada vez más, en el barrizal. Sin embargo no abandoné para nada la alcachofa y entiéndase por alcachofa, en el argot periodístico, el micrófono radiofónico que me servía de canal para enviar el mensaje desde el emisor (que era yo) y los receptores (que eran los sorprendidos oyentes y las sorprendidas oyentes). Después de una larga media hora, más o menos, pude acabar mi misión como Agente Mandarina en completa soledad, puesto que el famoso Agente Naranja me había abandonado en medio de la balacera que se cruzaron estadounidenses contra vietnamitas del Vietcong. El Vietcong era, como pude comprobar en medio de aquellos disparos de metralleta que me pasaban rozando en cuanto quería levantarme para ver mejor lo que pasaba a mi alrededor, era el Frente Nacional de Liberación de Vietnam o FNL (en vietnamita: Mặt Trận Giải Phóng Miền Nam Việt Nam), también conocido como Front National de Liberté (FNL), que fue una organización guerrillera formada en 1960 por toda la oposición a la dictadura de Ngô Đình Diệm, aunque la mayor parte de la organización estaba formada por comunistas. El gobierno de Vietnam del Sur se refería a este movimiento como el “Viet Cong”. Las fuerzas estadounidenses se referían a él como “Victor Charlie”, que es como se pronuncian las siglas “VC” en el Alfabeto fonético de la OTAN o, de forma más abreviada, simplemente “Charlie”.
Algunos patos que estaban muy cerca de mi quedaron completamente desplumados y hubo hasta alguna ave zancuda, parecidas a los flamencos rosas pero que yo los veía bastante lilas o, por lo menos, tan lilas como los de las ridículas pancartas y los ridículos letreros del “Yanquis marcharos a casa” que portaban en todas las grandes ciudades de Occidente Libre los tontuscos de turno; o sea, los tontos útiles que siempre han sido utilizados por todos los Partidos Comunistas del Mundo para implantar su Dictadura con purgas incluidas, quedaron completamente chamuscadas y muriendo en una lenta agonía para ver si ahora tienen tanto sentimiento humano los tonteras y las tonteras de turno; puesto que en cuanto se fueron los estadounidenses, una de las peores y más duras dictaduras que existen sobre la Tierra. Ya lo estaba yo comentando, a mi manera liberada de cualquier pertenencia a cualquier ideología del tipo o género que fuese o fuera, que aquello iba a suceder. Aquella batalla que comenté en vivo y en directo me hizo pensar que cuando existen los tontos útiles cualquier sacrificio humano no sirve para nada. Menos mal que, en mi caso, llegó un helicóptero de los USA y me sacaron de aquel lodazal cuando ya estaba yo hundido casi hasta las rodillas. Menos mal. Terminé informando que los estadounidenses estaban ya hartos y hasta las narices de tantos tontos y tantas tontas que les criticaban en el mundo occidental libre -y resalto mucho lo de libre- y decidieron abandonar la lucha para demostrar lo que pasaría pocos meses después.
Eso ya lo estaba yo avisando pero como los que se quieren hacer los sordos son más sordos que los que no pueden escuchar pues pasó lo que pasó. ¿Quién les devuelve ahora la libertad perdida a los pobres vietnamitas que ven cómo les esclavizan sin ningún tipo de escrúpulos y las pobres vietnamitas que sufren toda clase de abuso por los marxistas (también machistas por supuesto) del Partido Comunista del Vietnam? Ahora vais y se lo decís al presidente de la ONU para ver si consigue devolver la paz y la felicidad a todos los vietnamitas aunque, claro está, aunque sea inmesamente mayoritaria la petición de que se imponga un régimen democrático de múltiples partidos en Vietnam… pues China comunista, Rusia, Cuba, Venezuela y algunos países más que se las dan de mucho y son de pocos porque pocos son los que gozan de hacer lo que desean en dichos países de regímenes comunistas, van a imponer su veto. O vetamos al veto o el veto siempre nos estará vetando a quienes amamos la Paz y la Liberación fisica y espiritual. Que Dios perdone a tantos tontuscos y tontuscas o, dicho de otra manera más contundente, que Dios perdone a tantos tontos útiles de Occidente Libre que, claro está, han dejado ahora, con su silencio acusatorio, más solos que la una a los pobres vietnamitas y las más pobres todavía vietnamitas. Para que aprendan muchos y muchas a saber lo que es la concienca de los Derechos Humanos (en inglés, Human Rights). ¿Qué tiene qué decir a esto de tener que estar metido hasta el fondo en la jungla para transmitir una crónica de guerra, por ejemplo el fuma puros habanos del muy Señorito Don Santiago Carrillo?. Que responda cuanto antes enviando un fax a cualquier medio de comunicación que lo desee pero que conmigo no cuente para sacarles las castañas del fuego… y si se le queman las castañas porque ya nadie quiere sacárselas pues… que sea lo que Dios quiera. Y que conste que aquel trabajo lo hice completamente de manera voluntaria y sin cobrar ni una sola peseta. Termino contando el único hecho heroico que tuve que hacer en aquella batalla: resulta que cuando ya había finalizado la crónica de guerra me encontré de frente, a un bestia del Vietcong amenazándome con unas pistola pero logré aplicar mi ingenio y, dando la vuelta a la situación, le metí su propia pistola en su boca. Murió en el acto.
Ay Diesel…..miedo me das!!!
Estoy leyendo un parte de guerra en toda regla, pero resulta que es la guerra del Vietnam, o aventura, o (V C)!!
Agente mandarina?
Vale, te creo. Te creo porque es un buen parte y además no cobraste un duro.
Abrazos
( He visto la portada de tu novela, me gusta. Me la van a enviar)
Cuidad de ese gatillo herido que teneis, ya le vale al “peaso” de gato salvaje
pa- matarlo!)
¡Jajaja, Marian! Me río porque me haces reír y también porque fue verdad…