Y hoy ya es sábado, 21.
Esta semana han pasado demasiadas cosas, tristes unas, agobiantes otras que me han tenido alejado de Vorem.
Vaya, pensaba en San Juan, ¿Cuándo era? una vorágine de quehaceres, de evasiones al mundo del sosiego, el no querer volver y tener que rehacer y rehacerme.
Ahora unos sudores fríos supuran por mis poros la intranquilidad de estos días.
Siento que no quiero seguir escribiendo, que aún no puedo, no hay nada que contar si no mucho que pensar para los adentros. Reflexiones, reestructuración de sentimientos y de acciones, mucho que hablar con mis compañeros y compañeras en el verano. Hemos de asumir un camino conjunto, al menos encajar el duro golpe que ha supuesto la muerte de un niño de 12 años y celebrar la unión de dos grandes personas que se casan. ¿Cómo hacerlo? En esas estamos.
Me hubiera gustado conoceros en persona, a quienes estuvisteis en madrid, ayer yo tambien estuve en el Retiro pero no sabía que había más gente, estaba realmente a solas y no podría haber estado de otra forma.
Empiezo a trabajar.
Un abrazo.
Un comentario sobre “¡Ay! ¿Dónde habré olvidado mi memoria?”
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No hay nada más triste para un diario, que acoger la muerte, en forma de letras negras que rompen el blanco inmaculado del papel, sobre todo cuando esta muerte es de un niño. Pero el diario sirve como espita para dar salida a nuestro profundo dolor. La soledad desde mi punto de vista es buena en determinadas ocasiones, en otras es necesaria, pero hay veces que necesitamos de la compañia de alguien para dar salida a nuestras penas. Me hubiera gustado mucho conocerte y haber podido dialogar contigo de cosas como la tristeza, la soledad o el dolor, pero también sobre la alegria, el optimismo, la euforia, el amor.
En fin que si necesitas alguien para dialogar o comentar cualquier cosa, no tienes más que enviarme un privado y estaré encantado de hablar contigo.
Un saludo.