Bandejas de laurel.

Serena mujer, que vistes de hojas y miel
esa cálida piel de tu cuerpo bajo los vientos
fríos de mi soledad
.

Mujer ajena que callada sonríes, y miras,
y no ves que no estoy, que no soy beso
que habla, ni mirada que te acalla al no
ser mi corazón tu tren.

Mas el mío son rodillas frente a un altar
de eternas flores rozando al sudor de mi
frente.

Aunque no esté, mujer, aunque mi voz no
sea clara… soy hombre y sé amar.

Te amo aun sin tenerte, aun sin ser la dicha que
te envuelve, aun sin ser el agua de tu corriente…
te amo.

Quizás, en el primer día de mi suerte, venido
del aire de la nada, a ti te encuentre y tu a mi
me ames.

Y seré ángel sirviéndote en bandejas de laurel
eternos romances de jazmín y clavel.

Un comentario sobre “Bandejas de laurel.”

  1. Romance de lo corpóreo-metafórico en el encuentro hombre-mujer. Me gusta el sentido circular y diacrónico que has impuesto al verso. Es una misteriología de ánimo interno. El laurel viene a ser aquí la corona del espejo radial en que él se interpreta amante de ella. Muy bonito NASIA.,

Deja una respuesta