Muchos siguen recordando y creyendo que la legendaria actriz norteamericana Marilyn Monroe sólo fue una increíble belleza rubia sin nada en el interior de su cabeza. Se equivocan. Marilyn Monroe conoció unos cuantos y destructores infiernos en su vida y eso hizo que su pensamiento se llenasen de ideas intelectuales. Era una gran pensadora la Monroe e hizo ardientes críticas a su forma de vida. Hay muchas frases grandes escritas sobre lo dicho por Marilyn y las hemerotecas están llenas de ellas. Una de las más profundas y patéticas que dijo (si la sabemos leer) es aquella de: “Hollywood es un lugar donde te pagan mil dólares por un beso y cincuenta centavos por tu alma”. Verdaderamente espeluznante y real.

Mundo ficticio, falso y vacío este del famoso “glamour” modernista de las portadas de revistas y de escenarios deslumbrantes de falso color, de estrambóticas luces de estrellas, de vacía fantasía. Detrás de este mundo que nos ofrece el marketing del espectáculo como la máxima meta a alcanzar para ser una “estrella” mundial está el enorme vacío de ver que por tu alma (mientras por tus besos pagan millones de dólares) sólo pagan cincuenta centavos. Marilyn Monroe llegó a destrozarse de tal manera que le bastó una simple sobredosis de Nembutal para vender su alma a los infiernos.

Todos sabemos lo que son las “pirámides” de los anhelos con los que sueñan los que quieren se ¿triunfadores?. Todos montamos nuestras pirámides en base a una escala de valores y principios. Depende de qué valores y principios elijamos para nuestra escala y nuestra pirámide el hecho de que seamos verdaderamente ganadores o perdedores. Pero todos sabemos cómo montan los sediciosos del “glamour” y los millones de dólares esas escalas y esas pirámides. Vacío. Un vacío tremendo lleno de dolor, de drogas, de alucinógenos, de demenciales entregas al alcohol o a la depravación para al final vender el alma (una vez ya destruídos como personas) por cincuenta centavos.

En las Olimpiadas de Sydney del año 2000 la atleta australiana Jane Saville fue descalificada cuando sólo le faltaban unos metros para resultar vencedora de su prueba y conseguir el sueño de toda su vida: la medalla de oro. Toda su vida la entregó a eso y cuando se vio su falso sueño destruido sólo dijo a los periodistas: “Me gustaría tener una pistola en mis manos y pegarme un tiro”.

Verdadera locura. Verdadero vacío. Los verdaderos triunfadores de la vida no están en Holyywood ni en las medallas de oros olímpicas. Están paseando alegres y esperanzados por las calles de tu barrio o sentados bajo un almendro viendo ocultarse el sol en el horizonte. Falsos besos vendidos por millones de dólares para decir que eso es el amor… y almas perdidas vendidas por sólo cincuenta centavos o un tubo de píldoras de Nembutal…