Aquel año pasó sin pena ni gloria, al terminar el curso el colegio cerraría sus puertas y la trasladarían a otro centro un poco más grande y cerca de su casa también. Allí terminaría los estudios básicos, no tenía otra salida y luego a trabajar. En aquellos tiempos a los 14 años ya se empezaba atrabajar y a cotizar a la Seguridad Social.
Los domingos se levantaba temprano y se iba a misa de las 8 de la mañana, no es que le gustara mucho pero era una forma de salir de casa y pensar en sus cosas sin que nadie la molestara, luego vuelta a casa a hacer las faenas porque es que ni los domingos había descanso, eran siete y faena mucha para su madre y ella, se espabilaba bastante para a las doce del mediodía poder ir a casa de su amiga María y salir de paseo las dos.
Cuando llegaba a recoger a su amiga se la encontraba todavía en camisón y sin terminar sus tareas , su madre le reñía
-María ¡¡ la niña ya está aquí y tu todavía no estas ni preparada , espabila o no sales
-Ya voy ¡¡¡ — contestaba María , pero era más lenta que una tortuga a ese paso se le pasaría la hora de paseo y tendría que volver a su casa , esto pasaba domingo si y otro también , al final la niña se arremangaba para ayudar a María en las tareas y poder salir. Es que su amiga tenía una tranquilidad pasmosa, no se inmutaba por nada, claro a ella no le pegaban por eso se lo tomaba todo tranquilamente, pero fuera como fuera la niña quería mucho a María, el cariño era mutuo entre las dos y se lo perdonaba todo.
Su vida transcurría monótona y sin cambios, en casa gritos, golpes, llantos y faena, pasaría el año sin pena ni gloria, el que venía sería un año de grandes descubrimientos, habrá que esperar a que llegue el próximo año a esperar nuevos acontecimientos.
Un comentario sobre “Cachitos de una vida (21)”
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Me alegro de que esta serie de cachitos no haya terminado. ¡Besos!