Cada segundo un disparo

¡Eh, tú!, ¿eres una mente resignada y sumisa? Qué te cambió.
¿Es que ya no te afectan los laberintos ni la prisión en que vives?
Tenías sueños y el puño en alto, ¿quién te despertó, quién compró tu libertad?
Cuando andas por las calles…¿no te aflige la miseria, has perdido el orgullo, no te sube la sangre, ésa que llamabas cólera roja al ver al político hablar de futuros como anunciando detergentes?
Con tu cinismo luchabas contra el fascismo, el fanatismo y la hipnosis que ejercía el poder, ¿qué tortura te aplicaron para que dejases de acechar al enemigo?
Veo que ya no gritas ¡Basta! a las mil injusticias que pasan por nuestro lado, a las mil que imaginas y a otras mil que nos esconden.

Has permitido que llegasen esos días transcurridos uno tras otro, entre paréntesis vida, monótonos, absurdos, cargados de frustración, tensión, ansiedad…sufrimiento.
Ahora tomas infusiones de depresión y de angustia, respirando una revolución muerta.
Estos días que te cruzan a latigazos o te mutilan a palos.
¿Cuándo se extinguió, amigo, la llama idealista?
Te quitaron el pensamiento,
¿te cortaron algún miembro, fusilaron tu ilusión, raptaron tu esencia, prometieron venganza, provocaron tu silencio con amenazas a tus hijos?.
Lo que sé es que sales de un miserable trabajo con olor a defunción, para caminar hasta casa, cansado de aguantar que te rebajen y te humillen y cadáver te metes en cama para intentar dormir tranquilo, pero no lo consigues, te persiguen pesadillas eternas, no dejas de pensar en recuerdos suicidas, envejeciendo las motivaciones, viendo pasear generaciones de engaños.
Decide:
¿Eres un loco o eres sociable?
Estás metido en la mafia, juegas una partida que no es tuya, te llaman cómplice,¿te das cuenta? Sientes como te manipulan,
Oyes cada segundo un disparo y todavía…increíble…razonas.

Julio de 1997

Un comentario sobre “Cada segundo un disparo”

  1. “Tenías sueños y el puño en alto…”

    Pienso sin embargo que todavía hay algunos que no se resignaron.

    Algunos siguen luchando y nos enseñaron que “otro mundo es posible”.

    Cada primavera, mi puño y el suyo todavía sueñan.

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