Catarsis

Corría el mes de julio, y se detuvo en aquel lluvioso domingo.
Mi mamá y yo estábamos sentadas en primera fila, aguardando el momento.
Poca gente ocupaba el teatro. Algunas señoras con sacos abrigados y sombreros elegantes.
A las siete de la tarde comenzaba la función.
Las luces, estratégicamente ubicadas, invadían el escenario, reflejando el claroscuro de un color parecido al rojo.
Mis ojos se estremecieron al ver -a quien representaba en la ficción- a aquella figura tan especial, hermana de un inexplicable sentimiento de admiración y dolor.

No es nada fácil articular la consistencia del entramado de sensaciones, que recorrían sin cesar mi cuerpo enarbolado de alegría, pero de esa alegría angustiosa, que te hace llorar a gritos frente a tal espectáculo.
Mis ojos se convirtieron en dos pequeños mares revueltos por la sal del agua, y quienes estaban a mi alrededor se asombraron de tanta sensibilidad adolescente, comentando entredientes mis frescos impulsos.
Mi mamá me observaba tranquila, consciente de mi sufrible experiencia.
Entonces sucedió: catarsis es, según los griegos, el término justo y correspondiente para mi exaltación sublimada de sentimientos indefinibles.
La versión recatadamente uruguaya de “Il postino” fue la obra de teatro que al mismo tiempo yo sentía viva en mi interior. “El cartero de Neruda”, así se titulaba.
Mis sentimientos se potenciaron de forma tal que -en palabras de vocabulario psicológico- la transferencia y contratransferencia debieron resultar positivas y exitosas. Mi cuerpo no podía dejar de hundirse en la historia, mis pensamientos llegaron hasta el vértice de la hermosa irrealidad, yo ya no era la misma: un quiebre en mi vida emocional estalló sin reticencias ese domingo.
Pablo Neruda, quién llevará por siempre la tierra chilena en su piel y su memoria, significaba en ese momento un sueño alcanzado para mí; una victoria inolvidable que agotó la fibra mas íntima de mi corazón. Significaba la poesía: la sencillez de la calma, la monotonía de la vida sin dolor, y el dolor de la vida sin contrariedades.
Pablo Neruda, poeta de ojos sinceros, de ojos de luna.
Algo en mi, desde aquel –ahora lejano momento- nunca se desprendió de ese “ largo pétalo de mar, vino y nieve” que me unieron a Chile en un pacto de nostalgia y poesía.

Un comentario sobre “Catarsis”

  1. !Hola Celeste!. !Me encantó tu relato ceremonia del trasvase de las emociones!. En el teatro, en la poesía del teatro y en la realidad de nuestras sensibilidades se haya siempre la verdadera y honda transformación de nuestras personas. Pablo Neruda trascendente y trascendiendo a través de tu memoria de fibra íntima y corazonada. Que la potenciación de tus sentimientos siga siendo siempre tan fértil, amiga…

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