Duele la inexistencia del tiempo.
Los pasos se apresuran, porque nada es cierto
y la duda llega y ofende a la vida.
Desde la cima de la existencia
ninguno somos, sino existencias reales.
Mirando cómo juega con las manos
aquél niño…se sorprende la mariposa del invierno
y vuela.
Sigue la luz su rastro y anhela
perseguir más mariposas,
sueños de la razón,
suspiros de un frío que se esboza.
No se nos niega nada que no podamos crear,
pero la vida sucumbe entre presagios y
olvidados cantos repetidos.
Heridos consuelos,
paisajes de fotografias color sepia
y el último espumillón que sirvió para creer
que hoy es siempre todavía.
Un comentario sobre “Cerrar los ojos”
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En la cima de la existencia, siempre recordado amigo Grekosayu, está el suspiro alentador de que la vida discurre y vuelve a renacer siempre. Tu ntexto me remite al consuelo de saberse presente en una intemporalidad suficiente para el renacimiento de los colores sepias de la memoria. Buenas fiestas, amigo. siempre te añoramos en Vorem.