Churros calientes (para Churrita)

Ella y yo (macho por antonomasia) mojábamos los churros en el chocolate caliente que, con vaho o sin vaho (porque eso a nosotros nos da lo mismo) sabían a gloria en nuestros labios. Los suyos, por supuesto, estaban enrojecidos de fresa, frambuesa y colorín… los míos se hicieron golosos y se llenaron de crema con sabor a fascinación. No sé si los cristales se rayan con palitos de helados (creo que sí si aprietas demasiado el palito contra el vidrio) pero lo que te puedo decir es que así, al natural, sin ventana ni otras chorradas de por medio, ella es todo un bombón llena de chocolate por todos los lados menos por uno: mis manos para agarrarla y poderla saborear de verdad y no sonámbulo. Y quien padezca de males de riñón u otras enfermedades neuropatológicas -como ponerse de grave enfermedad por ver a una pareja hombre/hembra comer chocolate conjuntamente y en la misma taza (sin pajitas por supuesto a la hora de chupar)- que se vaya a Leganés y se entretenga con los pepinos verdes que amargan por allí por donde la espalda pierde su nombre. Abur, Churrita… te deseo un feliz restablecimiento y no te pierdas demasiado para que te puedas volver a encontrar… Gracias por los piropos… y Amén…

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