Siempre he supuesto que la ciencia ha sido la gran prerrogativa concedida al ser humano en su evolución. La ciencia forma parte del conocimiento secreto de los diferentes países y se esconde, en su evolución constante, a todos cuantos formamos parte del grupo de lectores de revistas, más o menos adaptadas y algunos análisis médicos…”mágicos y sorprendentes”. Los argumentos de la ciencia moderna tratan de llegar hasta los orígenes de la materia, trasladar la naturaleza a los laboratorios y generar avances en una línea ética concreta, con unas prerrogativas concretas. El humanismo forma parte de las portaciones culturales a la mejora de lo que “de humano somos todos”. La humanidad es un proceso integrado en una red de correspondencias sociales, de intercambios de experiencias y de progreso en valores. No trato de enfrentar ciencia con humanismo, pero sugiero que todo avance de la ciencia impacta en el futuro de la humanidad, permite a “unos pocos” consolidar la utopía de sus sueños; mientras, el inmenso colapso de África, sólo es motivo de plantemientos en la distancia.¿De qué nos sirve un sabio, si su conocimiento no nos ayuda a vivir?

Vivir no es fácil, cuando las cuatro reglas básicas de la subsistencias acaban en una resta implacable: pobreza sin futuro, sin propuesta alguna de dar continuidad a los derechos de todos a ser “seres humanos”. La foto ganadora del 2005 es prueba de un juego de valores: estéticos, por un lado y cuestionadores de la miseria. La ciencia es una inmensa devoradora de millones, miles de millones, de horas, de tiempo, de investigación…Un simple árbol, se desarrolla en África con la lentitud con la que sus gentes van a sumiendo la extención. La balanza se inclina inexorable. Nunca nos ha gustado ver la realidad, sino por un único lado….el que nos permiten ver.