Ahora que llega Navidad me viene a la memoria el recuerdo de mis infancias. !Navidades felices en edades en las que no dudas de nada y tampoco te interesa saber de la verdad más allá de la mágica ensoñación!. !Navidades felices en las cuales crecía sin traumas!. Estoy de acuerdo, amiga Estrella, cuando te llenas de ternura en un acto tan sencillo coimo dar alegría a tus pequeñas sobrinas.
Yo recuerdo, de niño, cuando llegaban estas fiestas, cómo ansiaba le llagada de Tio Pedro. Con vehemencia intontrolable iba a buscarle a la Estación de Atocha, porque el Tio Pedro nos alegraba a todos hasta el máximo límite, con sus juegos de malabarista, columpiándose entre las sillas, haciéndonos correr por el pasillo tocando zambombas, cacerolas, almireces o cosas tan simples como botellas de anís con cucharillas y nos encandilaban sus cuentos y sus gestos payaseriles seguidos de mágicas piruetas.
Aprendí tanto del Tio Pedro (el cual ya no está con nosotros porque se lo llevó el viento) que siempre que llegaban estas fiestas, cuando mis hijas eran solo unas niñas, nunca tuve reparos en convertirme en un payaso y repetir constantemente las piruetas, los gestos y las mágicas narraciones del Tio Pedro. !Qué más dá en esos momentos saber de la verdad!.
En 1744 el danés Ludvig Holberg, a sus 60 años, era un viejo amargo y amargado, que escribía que antes de grabar alguna cosa en el cerebro de un niño hay que hacerle dudar de todo. Por supuestoi que no estoy de acuerdo con el viejo tristón.
Nunca he visto a mis hijas, que ya han salido de la época infantil, más felices que cuando jugaban a hacer payasadas con su papá “Tío Pedro”. Y tanto gozaron de niñas que ahora, que ya van camino adelante, no tienen nunca ningún reparo, complejo o prejuicio, en volver a gozar de las payasadas del Tio Pedro a través de su papá. Yo deseo que nunca pierdan esa felicidad (aunque la vida nos envuelva en tantos múltiples problemas de adultos) y que si alguna vez tienen hijos yo esté todavía presente para volver a ser un niño y convertirme, una vez más, en el Tio Pedro…l
!Claro que sí, Estrella!. Me alegra que tengas esa capacidad de expresar alegría acompañando a tus sobrinas con los adornos del árbol y abriendo esos regalos que el imaginario Papá Noel ha dejado en la casa. ¿Qué importa, en esos momentos, la dureza de las verdades que tanto proclamamos los infelices adultos?. Bastante hay en la vida de tristeza (como ocurría con el viejo Holberg) como para no desear vivir esos momentos de alegría navideña que están lejos de cualquier análisis profundo que queramos realizar. Un abrazo, Estrella… !y haz feliz esos momentos a tus sobrinas!.
GRACIAS,DIESEL,POR LO QUE HAS ESCRITO Y ME ALEGRO DE QUE MUCHOS DE NOSOTROS LLEVAMOS ESE NIÑO INTERIOR,LLENO DE INOCENCIA Y PODER DISFRUTAR CON NUESTROS CHICOS EN ESTAS NAVIDADES,LA MAGIA QUE PENSAMOS QUE YA NO EXISTE,YO DE MIS SOBRINAS APRENDO MUCHO…..CADA DÍA MAS.UN ABRAZO PARA TI TAMBIEN.ESTRELLA