Ya comenzaba el atardecer, un naranja matizado (de esas veces que todo te parece increíble) con el azul del cielo anunciaba el ocaso; Entre las ramas de algunos árboles de la ciudad cubiertos por unos segundos de otoño y mas allá donde divisaba el horizonte, podía verse como temblaban las calles llenas de calor. Es raro vivir mirando cielos multicolores y nubes de formas variadas, estrellas llenas de plata en el fulgor de la noche, lunas cubiertas de ciudades, soles que se hacen oscuros de repente, piedras enormes que atraviesan el globo cada 40 año, neblinas que te acercan a los cielos y en las mañas al recuperar la vista seguir siendo el mismo
“Todas las calles son iguales en febrero de suerte que vas por allí mirando con la necesidad de perderte y encontrar algo que te haga sentir que has estado allí, esa es la forma más pura de recordar”,

entonces te quedas quieto, tratando de mirar algún recuerdo como en un sueño y moviendo la cabeza llena de un rotundo no, conteniendo el aliento y las paciones desbordadas que habitan en el pecho, de esa forma dejas de sentirte solo por un instante.
Frente al puente peatonal se desvanecía el calor, el agua iluminada de las fuentes tornasol rodeada de faroles blancos hacían que fuera fresca la tarde, las sombras crecían uniformemente por todos lados cada cosa cubierta de oscuridad por simple que fuera, como las banquetas a rayas amarillas, las bancas frías, iglesias moribundas, poéticos aeropuertos, me habrían acercado más a ti, aunque fuera en un viaje de ideas o en hologramas con sentimientos, pero ni aquel perturbado paisaje pudo hacerlo
Quizá algunas veces considere que necesito pensar, en lo romántico de las estaciones del metro, lo indecente de los cines, lo absurdo del amor, lo aterrador de los túneles, las cartas descorazonadas, las fotos que no mienten, capuchinos con sabor a ti, la nostalgia de los discos o lo triste de la lluvia, para sentirme vulnerable, pero si quiero acordarme de ti…
…”Voy a tomar el autobús más cercano que me lleve a donde alguna vez te vi”….