Como para no contarlo…

Estaba profundamente dormido cuando una gota de agua fría se aplastó en su frente. Despertó sobresaltado. Encima de él, en el techo, había una gotera. Se levantó repentinamente y le fallaron las piernas. Así que cayó pesadamente como un fardo sobre la alfombra. Levantándose, aturdido por el golpe, fue a calzarse las zapatillas. Resbaló al ponerse la primera de ellas. La zapatilla salió despedida, tropezó con la mesilla de noche y cayó al suelo el despertador mientras sonaban las siete de la mañana. El despertador quedó hecho añicos y él, angustiado, comprendió que era la hora exacta de salir a la calle.

Al abrir la puerta del dormitorio se le escapó el picaporte que cayó al suelo rebotando en las baldosas “grekosayanas” del aposento. Forzó la puerta y ésta se abrió bruscamente dándole un porrazo en las narices. Con las manos tapándose la cara para soportar el dolor salió al pasillo “umbrófilo y onlythebesiano” y rebotó en la pared de enfrente. El golpe fue ahora en el parietal.

Se sentó en el suelo hasta recuperarse y lentamente, con mucho cuidado para no sufrir un nuevo accidente, se dirigió a la cocina para calentar el café con leche. Primero se le derramó la mitad del tarro de café. Después confundió el recipiente de sal por el del azúcar. Se quemó los dedos al encender la hornilla. Se tomó el café con leche de un solo trago. Soltó mil y unos diablos cuando sintió que era sal y no azúcar lo que había echado en el café con leche.

Dispuesto a olvidarlo todo se fue al baño a darse una buena ducha. Pisó el jabón y salió despedido hacia el infinito. Chocó contra una estantería. Se rompieron todos los cristales y los pluriformes envases de perfumes. En medio de un olor insoportable producido por la mezcla confusa de todos los aromas imaginables salió aturdido de nuevo al pasillo. Alguien llamó por el telefonillo desde la calle. Corrió a contestaqr. Tropezó con la fregona y se asió al telefonillo hasta que lo desprendió de la pared. Otra gotera la golpeó ahora en la nuca. Y tremendamente asustado y despavorido corrió hacia la cama, se metió dentro de ella, se tapó completamente con las sábanas y quedó profundamente dormido.

7 comentarios sobre “Como para no contarlo…”

  1. No me digas más, estás describiendo un “día tonto”. A mí me toco un día así (afortunadamente sin porrazos) el pasado jueves. Estaba bien despierta, como si hubiera corrido una maratón después de una serie de incidentes a cuál peor; tenía ganas de finalizar el día ya después de comer.

    Genial lo de las baldosas y el umbrófilo pasillo. Espero que lo tuyo fuera sólo una pesadilla.

    Un abrazo.

  2. !Ja,ja,ja,ja… cómo me ha divertido tu relato!. !Vaya día!. por cierto !qué gran capacidad literaria la tuya para partir de un punto “cero” (un sencillo hombre durmiendo profundamente en su cama) y tras pasearle por todo el circuito de su casa (cómo deslizas la acción secuencialomente de lugar a lugar sin entrar en contradicciones) terminar en ese mismo punto de “cero” de donde partió la acción (un sencillo hombre durmiendo profundamente en su cama). !Realmente genial!.

  3. Que no se amedrente el protagonista del relato por el cúmulo de curiosas casualidades,por el abismo espacio-temporal greko-baldosiano ni umbrófilas perpectivas de la vida ¡Qué muerda la manzana antes de que la manzana le muerda a él!

    La vida le está esperando al otro lado de la manta.

    :-))

  4. Jajajajjajajaj…que pena no haber podido leerlo antes. Por suerte no tenía animales en casa porque si no madre mía…donde andarían. Eso si que es levantarse con el píe izquierdo.

    Muy divertido Diesel.

    Besos!.

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