Viaje a Ningún Sitio

Prólogo
Este corto relato pretendía convertirse en una novela ensayo sobre la enfermedad de Alzehimer, pero decidí que no era bueno meterse profundamente en lo que no se conoce. Sin embargo acabó quedando en el rincón de la carpeta física en la que guardo mis pequeños relatos. Dice así:

…Cada vez son menos los momentos de lucidez de los que dispongo. Es hora de realizar un último esfuerzo; el esfuerzo de un boxeador demasiado mayor, en plena pelea, que ve como sus dias de gloria se desvanecen ante la amenazante juventud de sus adversarios. Un luchador que, aún a sabiendas de su agonizante fuerza, roba un último golpe, empujado por un grito de ahogo anunciando que después de ese ya no habrán más. Así me siento ahora mientras tomo entre mis dedos, faltos de la gracilidad que me hizo famoso, un miserable lápiz que ensucia el blanco de este papel. Solo espero que el tiempo me permita acabar estas notas, y que ellas sirvan algún día para ayudar a comprender lo que sentimos aquellos que llegamos al claro que hay al final del sendero de la razón.

Debo avisar al lector de esta misiva que la memoria me falla, y la medida cronológica se convierte para mi, en una ligera e invisible toma de conciencia de lo pasado, sin orden ni concierto. Los pensamientos me llegan cansados, y las ideas que iluminan mi alma parecen llegadas de lejanos confines, cada vez de forma más espaciada. Todas las cavilaciones son dolorosas para mi corazón que ya solo ve la luz a través de lagrimas que viajan lentas por los surcos que ellas mismas han excavado con el paso de los años.

Lamento no recordar el nombre de mis padres, y maldigo mi ser por no saber el de mis hijos, ni disponer de coordinación suficiente para simplemente articular alguna palabra de amor. Sin embargo doy gracias a Dios de que las neuronas que conservan sus retratos no hayan hecho las maletas y viajen ahora, junto con las que ya no estan, a ese otro mundo que siento crecer en mi. Otro mundo que, cada vez con mayor frecuencia, me absorbe y me retiene obligándome a una lucha sin cuartel, con sombras que se que no existen, para poder volver.

Se bien que este relato causará dolor e incertidumbre en el baúl que todos poseemos en algún lugar escondido de nuestra existencia. Sí, se bien que vuestros sentimientos, al leerme, saldrán de ese lugar y correrán por vuestras venas buscando el oxígeno imposible de la razón que todo lo explica. Ese sentimiento se aferrará al vello de vuestra piel haciendoos sentir frío y calor a un tiempo cuando consiga salir al exterior, ese lugar en el que yo ya no estoy pero en el que están sucediendo estas cosas. Sí, lo se bien. Pero es necesario que el mundo abra los ojos y vea. Que abra su corazón y sienta. Que busque en su interior y actúe.

Ahora, mientras dibujo el sentido de las palabras, puedo observar a mi alrededor un mundo borroso que no me pertenece, es mi habitación. Yo no sabría describirlo adecuadamente y, tal vez, el alma del que hace real esta historia no sabría entenderlo en si mismo. Creo que ni siquiera sabría contar de donde procede el montón de hojas en blanco que me hacen compañía y, ni que decir tiene, que desconozco la naturaleza y el motivo de que unas fotografías de desconocidos cuelguen, en aparente desorden, de los límites en los que esta historia dio comienzo. Dios, no se quienes son esas personas que me sonríen a través del cristal un día tras otro, siempre que las miro, y tal vez uno de ellos sea yo…

Todo carece de importancia en este ahora. Creo que este de hoy sera un despertar fatigado y, cuando termine el día, yo ni siquiera me habré dado cuenta. Así es el tiempo para algunos: remoto, escueto, sorprendente y absolutamente desconocido. Casi como el amor, ¿no? Yo también estube enamorado, lo siento en algún punto de mi esencia, pero no adelantemos acontecimientos y vayamos directos al asunto que me impulsa a escribir estas notas: mi locura, según alzehimer; mi particular viaje al final de mi ser, según yo mismo…

Eduard Pascual

3 comentarios sobre “Viaje a Ningún Sitio”

  1. Tremenda la narración que nos haces. Y lo que pude yo observar en la persona de mi tío más querido, alguien “sin hiel”, con un carácter envidiable, que de repente se convirtió en una persona que sólo sabía refunfuñar. Y ése fue el primer paso, al que siguieron otros más muy dolorosos.
    Se fue hace cinco años, pero sabíamos que le habíamos perdido mucho antes.
    ¡Qué tremenda enfermedad para los más allegados!
    Gracias por tu relato. Un saludo.

  2. Excelente edupas. Has detallado con muy buen criterio lo que es dicha enfermedead. Y como es ya habitual en ti (característica que demuestra que eres un verdadero voremio) no solo detallas sino que vas planteando cuestiones paralelas y profundas para ser muy repensadas (repito que es esa una característica muy propia de los voremios y voremias y por eso me da gujsto leerte). Un abrazo.

  3. !Excelente Eduard!. Coincido plenamente con los comentarios de Carlota y Carolina. Este mes que estuve aislado de la civilización y no pude estar en el vorem me encontré con un caso de un hombre de ya avanzada edad que además de una tragedia personal muy fuerte (en su vida social) tenía comienzos de la Enfermedad del Alzheimer sin que él lo supiera. Verdaderamente era impresionante observar ciertas cosas que, ahora que leo tu texto, concuerdan plenamente con muchas de las cosas que citas. A mí también me gusta mucho ese tu estilo de ir intercalando algunos párrafos que elevan la exposición narrativa hasta hacer reflexionar hondamente sobre problemas colaterales al que estás tratando. es una manera de escribir que me entusiasma. Un abrazote, Eduard.

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