Y llegamos a Copenhague, la aldea de pescadores de Seeland que pasó a ser ciudad en 1167. Hay ansia por preguntar y ansia por responder, hay ansia por vivir… y pronto ella se enfrenta a La Sirena:
– ¿Qué hay en el fondo de los mares?
— Millones de muertos hundidos por mí.
– ¿Por qué te gusta tanmto enloquecer a los marineros?.
El rostro de La Sirena se convierte en Gioconda. Entonces yo la abrazo, la beso en los labios y nos vamos hacia el interior de la ciudad. La estatua ya está olvidada. Ella no tiene miedo a la nada ni al todo y, riendo como niños, jugamos a que yo soy El Capitán Trueno y ella es Sigrid para, poco después, yo convertirme en Jabato y ella en Claudia.
Al anochecer todas las sombras de la ciudad non hacen adentrarnos en el Castillo de Rosenborg y en su interior seguimos jugando a que somos parte del Círculo y nos confundimos entre Hjelmslev, Uldall, Diderische, Spang-Hanssen, Fisher-Jorgensen, Togby y Holt. Y después somos simplemente felices… soñando que estamos en el Reino de Thule.