Con unas cervezas frescas…

Estoy tomando unas cervezas frescas con mis amistades en la terraza de Doña Parranda. Hace calor fuera de las sombrillas y por la pared una araña se hace predicadora desnuda para atraer a la moscas. Recuerdo al viejo Plutarco de la Historia, enanito él, cómo se crecía en forma de orador ante los gigantes de Bizanzio.

Me cuentan que el lenguaje es grande cuando es sonoro y limpio, claro, sencillo, sin muletillas ni tópicos mil veces trillados. El habla aquí, en Doña Parranda, se expresa sonoro y limpio, para ser comprendido por las sencillas gentes de Las Torres. Aquí, con todos los conciudadanos departiendo tertulias, hay que saber hablar sin temblarnos el folio de la voz.

Actitud. He aquí la otra cuestión importante para ser orador en Doña Parranda. Actitud de palabras sin doble interpretación ni engaño, llenas y llanas, lisas, como autopistas por donde circulan las voces de todos los parroquianos.

Las cervezas están bien frescas mientras hablamos de cosas generales. El mundo anda mal… Europa anda mal… España anda… anda despacio… pero anda… !que eso ya es mucho pedir en este fin de primavera verdaderamente caluroso!.

!Otra cerveza fresca, Manolo!.

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