El 94 no es un número cualquiera para mi personalidad. Fue en el 94 cuando rompí mis cadenas y me largué del Banco. No me despidieron sino que me marché yo por mi libre voluntad. Y no miré hacia atrás como hizo la mujer de Lot sino que volé hacia mis sueños. Un día del 94 me hicieron la comida de despedida y acudieron solamente tres personas: Miguel Ángel, José María y la chavala desconocida. Así que batí el récord y me fue mucho mejor que estar despidiéndome de una masa que a mí ya no me importaba para nada. Durante la comida estuvimos contando anécdotas alegres, jocosas, para reír en lugar de llorar. Y me marché con la sonrisa y no con la tristeza.
En aquella sobremesa especifiqué algo que considero necesario para entender el 94 de mi existencia. Les dije, a los tres seres humanos allí presentes junto a mí, lo que siempre he dicho sobre las chavalas. Hay algunas que me gustan mucho porque son guapas, inteligentes e interesantes y hay algunas que no me gustan nada porque no son de la misma naturaleza física y forma de ser que las que me gustan mucho. En medio quedan las que, siendo bastante atractivas, no terminan de gustarme del todo pero son interesantes e inteligentes. Cito por ejemplo a Paloma y a Paty. Pero ¿qué sucede con las brujas?
Expliqué que existen las brujitas (que son las que más me gustan) y existen las brujas que son, para mi forma de entender, solamente unos “petardos”. Y como son, para mi forma de ver estos asuntos, nada más que unos “petardos” a las que no les hago ni caso no cesan ni un instante de insultarme hasta con los apelativos más absurdos que puedan existir. ¿Por qué actuaban con tanto rencor hacia mí cuando yo las respetaba guardando silencio? El absurdo llegaba a ser hasta patéticamente esdrújulo -estulticias nada más- cuando tres de ellas insistían en que me iban a enseñar a ligar cuando resultaba que yo ya estaba de vuelta en estos menesteres (como diría mi estimado Don Miguel de Cervantes Saavedra). ¿Era envidia porque yo, casado ya con la Princesa más guapa, sexy, inteligente e interesante que he conocido, me enrollaba con las chavalas que me gustaban pero sin engañarla jamás a Ella? Supongo que EXX, AXX y MXX me odiaban porque para mí no eran nada de nada de nada aunque, sin embargo, siempre las respeté. Eso de que me iban a enseñar a ligar fue lo más estrambótico, ridículo y hasta absurdo que he escuchado en mi vida. Sus insultos me resbalaban, me la sudaban y me la traían floja.
Terminado de aclarar estos asuntos, seguí celebrando mi liberación con Miguel Ángel, José María y la chavala desconocida. Ahora sólo me da risa recordarlo.