Corríamos todos en todas las direcciones; chocando los unos con los otros, cayendo, levantándose, corriendo desesperadamente en busca de alguien a quien no conocíamos, en busca de un lugar que no sabíamos cual era, necesitados para algo que no podíamos decir qué significaba. Eramos millones de humanos corriendo hacia ninguna parte concreta… hasta que uno, tan anónimo como los demás, gritó !por allí!. Otros cuantos gritaron también !por allí!. Y al final todos gritamos !por allí!. Un inmenso maratón de millones de seres humanos de todas las edades galopábamos ya en una sola dirección. !Corre!. !Ven! !Te necesito!. Y todo el maratón humano salió de la ciudad corriendo desesperadamente.