Las aguas bajaban con cierta fuerza, el río rugía a cada paso, sus pasos eran de gigante, eran transparentes, eran opacos …
El Rio rara vez miraba hacia atrás. El Rio tenia confianza en sus asuntos, por eso casi nunca miraba atrás, al pasado.
Las Rocas y el Rio convivían, habian aprendido las leyes de la fliudez. Habian limado asperezas. Se llevaban bien, estaban juntos y desapegados.
El Rio siempre de paso, paraba poco en su lecho, que no le pertenecia.
Cuando la Cumbre lo precipitaba, el Rio presuroso descendia. Las Aguas se movían con entusiasmo, habian oido hablar del Gran Lago Salado. Hacia allí viajaban.
Pero el trayecto estaba lleno de miles de aventuras y peligros. Esos Peligros y Aventuras hacian que el Rio, de vez en cuando, fuese invadido por Seres Humanos subidos en embarcaciones de goma, invocando a sus inventados Dioses y Diosas de la Adrenalina y Stress, haciendo propias unas aventuras que solo pertenecian al Rio.
Un dia tranquilo, alguien lanzó una trampa al agua, era un gancho sujeto a un hilo, ese alguien estaba pescando al Rio…. Pero de pronto el gancho se movió un poco, empezó a protestar el Rio invadido… el hombre tiró del hilo.
Había una criatura con aletas, enganchada por la boquita.
El hombre la cogió, se la quedó mirando, y tal pensamiento tuvo que la liberó, la criatura regresó a su casa mojada y vulnerable.
El Pez se marchó sin Represalias, sin Rencores.
Fin.