Crítica a Dragó sin pretenderlo

Ser personaje es ser máscara de pudor, valiente hacedor, o hacedora, poeta de ilusiones y fantasías de intelectuales para el resto.
Ustedes elitistas, creo, me fascinan a mi, uno cualquiera que intenta sabrevivir, como puede, como tantos y tantas que lo intentan en este embrollo, buscando no perder la vital energía en ello. Pero esa misma energía me la sorben a estomagos llenos quienes, como usted señor Fernando, aseguran saber de tanto y de todo y además lo escriben, por si fuera poco también lo publican, lo difunden y se regocijan en ello.
Bien. No puedo evitar ver partes de su programa, cuando me obligo a encender el televisor para no olvidarme de lo que hay. Supongo que coincido con mucho y vaya si me duele pues mi ignorancia es grande.

Sus opiniones políticas ni me incumben ni me importan, pero me toncan las entrañas, por no decir otra cosa, por lo que no puedo por menos que verme afectado.
Vaya, asumo lo que implica el comentarlo. Estoy jugando, no como un niño si no como un animal del rebaño.
Señor pastor liberal, ¿dejaría pastar a las ovejas para luego comérselas? apuesto que si.
Usted y lo suyos, si es que de verdad son suyos, pueden querer lo que quieran, pero conmigo tendrán unicamente las sobras. Se lo digo como uno cualquiera.
Un cordial saludo. Condenato.

3 comentarios sobre “Crítica a Dragó sin pretenderlo”

  1. Lo de Fernando Sánchez Dragó si es un caso curioso. Parece un tipo interesante e inteligente y ambas cosas es. Parece un ser que se las da de anarco y sin embargo no lo es tanto. Que dice cosas de interés es cierto pero que pierde la gracia y el tufillo de “demòcrata” se nota en la cantidad excesiva de mirarse el ombligo. Es un tipo narcisista que declara (y esto sí es interesante) que no es ególatra sino que hace emerger siempre su profundo yo. Cuidado… porque la diferencia entre un yo muy emergente (cosa aplaudible) y la egolatría es mínima y yo pieno, como tú, compañero, que Dragó es más ególatra sin dejar de ser emergente. A mí me aburre su postura de persona adulta (¿adultera a conciencia su personalidad consistente?). Hay mucho de merchandising en las posturas léxicas y estéticas de un Dragó que no comprendo como se autotitula anarco y está siempre al servicio del glamour de la pomposa serenidad. No. A mí tampoco me cae bien del todo Dragó. Escoge el camino de erigirse en icono de la seguridad “aplastante” y eso me hace dudar… porque quien no duda (como ocurre con él) es que está ocultándose detrás de alguna mascarada. A mí me aburre que hable tanto de su intelecto y no deje hablar al intelecto ajeno.

  2. Después de leer “Gárgoris y Habidis”, que me encantó, y algún que otro título suyo que estaba bien, me decepcionó profundamente con “La prueba del laberinto” que consiguió el Premio Planeta. Nunca más he vuelto a comprar sus libros.
    Tenía hace años un espacio en televisión en el que presuntamente entrevistaba a otros literatos españoles; era un aburrimiento porque no les dejaba meter baza, él siempre hablaba sobre sí mismo, sobre lo que pensaba y tenía proyectado.
    Con eso no digo que no sea interesante ni inteligente, pero como me decías en un comentario a un texto de hoy, no ha sabido “educar su ego”.

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