Noche bohemia bonaerense. En el Café Homero de la José Cabrera, en un rincón del Palermo Viejo, conozco al taita Don Ramón. Es un veterano tanguista; un payador de guitarra vieja de esos que conocieron a Jorge Luis Borges en el laberíntico trazado de este añejo barrio portense. En el local están bailando la bella Nancy Da Vita y el “guapo” Armando Tavagliore. Dímelo al oído, de Francisco Lomuto, suena al ritmo de la orquesta y el bandeón mientras bailan los dos apasionadamente enlazados.
Don Ramón fue, en su pasado juvenil, un afamado donjuan de los boliches; conquistador de las porteñas de Palermo, de San Telmo, de Montserrat, de Pompeya… antes de llegar el modernismo del desarrollo urbano. En el tango soy tan taura que cuando hago un doble corte como la voz por el Norte, si es que me encuentro en el Sud, y por bailar la yugata si es que me visto a las modas les gusta me dicen todas. !Dios le dé, Dios le dé, vida y salud!.
La luna ya luce, majestuosa “casiopea” sobre Homero, cuando iniciamos a platicar sobre crónicas de limpiadores de estrellas a lo Julio Cortázar y pronto debatimos el origen del tango que se fraguó en ambas márgenes del Río de la Plata entre los años de 1850 y 1890. Pero antes de ello, a inicios del XIX, es cuando surgió su verdadera génesis. ¿Quiénes fueron los que comenzaron a cantar y bailar tangos por los populares barrios porteños de Buenos Aires?. Fueron, realmente, los inmigrantes que llegaron con su tangó y candombe africanos, con sus valses de origen austríaco y alpino, con sus pasodobles y tangos andaluces, con sus zarzuelas de teatrillos, sus bailes de origen escocés, las habaneras cubanas, las polkas, las mazurcas, cuadrillas y milongas, fandangos… todo un universo musical que formaron las estructuras iniciales del tango argentino en los conventillos de los arrabales de la ciudad.
Cuando saco a relucir la palabra conventillo, una luz se enciende en las pupilas de Don Ramón. Ese fue el origen de su familia. Los conventillos eran, en Argentina, hogares de familias muy humildes, de familias de inmigrantes que mezclaban idiomas y costumbres (principalmente españoles, italianos, judíos y árabes). Fue allí, en estos caserones con habitaciones en forma de celdas de convento (de ahí su peculiar nombre) y patios comunes donde se lavaba, se cocinaba, se amaba… el lugar donde nació el caldo de cultivo para la cultura popular argentina del tango y el sainete. A ellos dedicó Alberto Vacarezza El conventillo de la Paloma (en 1920) y Tu cuna fue un conventillo (en 1929).
No es cierto, de n inguna manera, que los tangos nacieron en sórdidos prostíbulos bonaerenses. La verdadera historia es otra. Fue en las calles arrabaleras donde los hombres y después las mujeres enlazaban sus cuerpos fuertemente entre sí, y bailaban teniendo como base inicial el fandango y el candombe. Inventaron el tango argentino sin darse apenas cuenta. Lo que sucedió fue que la Iglesia de las familias más conservadoras rioplatenses lanzó sus amonestaciones y prohibió el tango porque según ellos incitaba al escándalo, considerándolo lujurioso y una diversión propia para la bebida y el vicio. Por eso se prohibió bailarlo públicamente hasta ya bien entrado el siglo XIX. Y sucedió que, mientras tanto, los prostíbulos de Buenos Aires abrieron sus puertas al tango para entretener el ocio sexual de aquellos señoritos hijos de familias conservadoras, “niños bien” a los que aquellos roces físicos despertaban la pasión. Era baile “vulgar” para los conservadores católicos pero ellos mismos se pirriaban por ir a los burdeles a bailar tangos con las prostitutas. Después, al ritmo del bandeón, se expansionó por las rancherías y los boliches.
A partir de 1860 hizo furor entre criollos, gauchos, marineros, indios, negros, mulatos, italianos… y en 1913 llegó a París y de allí saltó al mundo entero. El glamour inundó lo que había sido antes tradición de “malevos” y “guapos”.
Hacemos un paréntesis en la charla y Don Ramón me dice que los primeros tangos cuya letra se conoce, en la historia de este bailes, son los titulados Dáme la lata, El Tilo y Andáte a la Recoleta.
El punto geográfico urbano donde nació el tango fue el Casco Viejo, de allí pasó a la calle de la Gran Aldea (con el famoso “organito”) y saltó al Café Terana (hoy llamado El Velódromo). Comenzó siendo bailado por hombres solitarios, grandes dominadores del eucabio, las mujeres y el cuchillo, tercos y orgullosos, llenos de coraje y valor… “guapos” a los que pronto se les unieron las mujeres del arrabal para formar parejas.
Los inmigrantes, el conventillo, el arrabal, el lunfardo (esa jerga de las germanías argentinas), los barrios primigenios, el ambiente del circo y el teatro, los solitarios payadores… todo ello fue el origen del tango y no los burdeles que, también es cierto, después (en épocas de represión por parte de la iglesia y las autoridades civiles) dieron un especial toque nostálgico al baile.
Danza íntima y abierta, siempre en búsqueda de la satisfacción sensual (donde no sólo juega la psicología sino también la alquimia, la filosofía, la antropología, la mitología y la religión) en ella el ánima descubre la ambivalencia de los atributos femeninos en el hombre y los contenidos masculinos de la mujer. Digno de ser estudiado con la “Psicología de la Transformación” de Carl Jung en las manos… porque hay en el tango una clara referencia cuatripartita de los puntos cardinales de la femenina condición: Eva (en alusión a lo biológico), Helena de Troya (en cuanto a los valores individuales), María (con connotaciones de un Eros etéreo y espiritual) y Sofía (a través de su sabiduría expresada en el Cantar de los Cantares). .
Baile de mito y fantasía, el tango, lejos de ser tema de burdel, se enraiza en el lenguaje lunfardo de los payadores que aprendieron la jerga de la prisión (cuando se hablaba para no ser entendidos por los guardianes de la cárcel) mezclando palabras de inmigrantes, palabras llegadas de la pampa argentina, palabras de la población negra, palabras del caló gitano y palabras de varios dialectos italianos.
Caminamos el viejo taita (el compadrito de Palermo Viejo) y yo por las callejas del barrio. Vamos a su hogar a tomar mate. Por el camino me muestra la vieja casa donde vivió, durante algunos años, Borges aquí, en el corazón porteño del Buenos Aires querido de Gardel. ¿Era argentino Gardel?. ¿Era uruguayo?. ¿Era francés?. No importa. Dímelo al oído…
Si yo sé que me querés, si yo sé que me adorás; y si no me lo decís es porque no te animás; puede ser que me equivoque, puede ser que no sea así, pero hay algo que te vende y no lo querés decir. ¿Por qué tienes que sufrir, por qué tienes que penar, si con una palabrita todo se puede arreglar?. No dejés para mañana no te quedés sin hablar, que el amor es una cosa que no se puede ocultar. Dímeo al oído tan solo a mí, que nadie se entere de lo que me querés decir. Dímelo al oído tan solo a mí, te guardaré el cecreto. ¡Lo juro por ti!. Si yo sé que me querés, si yo sé que me adorás, y si no me lo decís es porque no te animás; pòrque siempre que te miro con los ojos vos me hablás, y creés que con suspiros todo se puede arreglar. Una vez me enamoré, y por tener cortedad me quede con mi cariño para otra oportunidad. Es mejor que te decidas, no esperés un rato más, que los cortos en la vida siempre se quedan atrás…
Pienso en ti, Liliana, pienso en ti y en tus sempiternos sueños de “tango sin cuartel”… mientras me veo a mí mismo como una figurita de los paisajes riplatenses de Prisciliano Pueyrredón. Guitarrero payador caminando hacia Chacarita bajo la estela blanquiazul del alba. Como Pancho Laguna…
!Me encanta cómo escribes, Diesel, motor de fantasías!. Por cierto, ¿qué significan las palabras taura, yugata, malevo y boliche?. Lo pregunto por sana curiosidad. Un beso.
Gracias por tu alentador comentario, Carolina. En cuanto a “taura” es palabra lunfarda que significa bravo, pendenciero, aguerrido, peleador… La palabra “yugata” está relacionada con el yugo de una pareja compuesta por hombre y mujer (yugata por eso aparece en las letras de los tangos ques es baile de pareja “yugatada”). Por su parte “malevo” es un sinónimo lufardo de malhechor, truhán, matón (pero en sentido algo benigno) y, por último “boliche” es bar, cantina (y más tarde discoteca) donde los compadritos beben y bailan. Te envío también un beso para ti. Gracias una vez más.
Al leerlo me he transportado a Buenos Aires,Palermo,sus conventillos, a los malevos, bailando el tango,a las calles angostas,empedradas…. a la historia en cada uno de sus rincones,a la magia que guarda cada esquina,felicitaciones me gusto muchisimo lo escrito,besos Estrella