Cuadernos Americanos: JR Super Sanduches.

Desayuno familiar. El sol está saliendo en medio de las nubes que presagian tormenta. Es la hora del desayuno en la 18 de septiembre y Ulpiano Páez. El 18 de septiembre de 1978, Quito fue declarada, junto con Cracovia en Polonia, la primera ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad y, además, fue la sede de la Unión Suramericana (Unasur). Más cultura. Mucha más cultura necesita Ecuador para seguir desarrollándose. Por ejempo,es necesario saber que Ulpiano Páez fue uno de los generales alfaristas que fueron asesinados por la chusma embrutecida el 28 de enero de 1912. Ayala Mora, quien ha escrito una moderna historia del Ecuador, señala: “No hay elementos suficientes para acusar a Plaza, pero es en cambio incuestionable que fueron los placistas junto con los conservadores y clérigos los que azuzaron a la multitud enloquecida”. Junto a Eloy Alfaro, murieron (aunque no todos en el mismo día ni en el mismo lugar) Manuel Serrano, Flavio Alfaro, Ulpiano Páez, Luciano Coral, Pedro Montero, Medardo Alfaro, Belisario Torres y Luís Quirola.

Hoy es sábado y ante mi chocolate en la Cafetería JR de Quito estoy observando un pequeño vaso con una vela apagada. Cuando llegue la noche quizás alguna pareja de enamorados cenen aquí mismo, en mi mismo asiento, a la luz de esta vela. JR me trae a la memoria a aquel Juan Ramón, ex periodista del ABC de Madrid que quería hacer la Revolución por su cuenta. De errores estuvo llena la Historia de España de aquellos tiempos y el tal Juan Ramón no pasaba de ser más que un periodista de tercera.

La mesa es acristalada. Toco el cristal y las vibraciones de la Historia mueven mi bolígrafo como por arte de magia. Y es que los farolillos que cuelgan de las paredes acompañan a una planta de bambú. Es hora de tomar fuerzas para el día. Hora de desayunar libre de todo prejuicio. Y nos quedamos solos. Esto me recuerda a la canción de Luis Miguel (nos quedamos solos como cada noche) pero es una lástima ver a un pobre hombre, borracho perdido, ir provocando a la ciudadanía ecuatoriana. Esto es lo que hunde a Ecuador: hombres desastrados, vagos y borrachos que no entienden que el alcohol les hunde en la miseria.

Hablan por la radio los políticos y las políticas de la realidad ecuatoriana. Es triste pensar que en 1984 el sucre valiera el doble que la peseta. ¿Quién te ha visto y quién te ve sociedad ecuatoriana?. Mientras haya un rincón para poder meditar y pensar en esos pobres hombres, borrachos, vagos y pendencieros, que arrastran su ingnominia de lado a lado de las aceras, todavía hay tiempo de pensar que se puede… ¿qué se puede hacer por un Quito tan envuelto en esas pocas gentes sin dignidad que hacen quedar mal a los ecuatorianos que han ido a emigrar a otras partes del mundo?. Y pensar que estamos en el centro de mundo… ¿Cómo serán los extrarradios?.

Sigo pensando en Juan Ramón, periodista de tercera categoría del ABC madrileño, pero mi memoria, mientras tomo mi chocolate en JR Super Sanduches, pasa a olvidar a tanto borracho pendenciero que van por las calles perdidos y sin conciencia alguna, y se centra en una frase emotiva de Juan Ramón Jiménez, el ilustre poeta Nobel español: “¡Qué triste es amarlo todo sin saber lo que se ama!”.

Aquí en Quito hay personas que aman rincones tan cálidos y acogedores como JR para poder pensar, meditar y escribir sobre las grandezas de esta ciudad y cómo deterioran el bello espectáculo de sus calles y jardines tipos como éste que he visto pasar por La Gasca. Bueno. Lo mejor de todo es que hemos podido trascender unos minutos más. La podedumbre es mejor orillarla en las cunetas y que el viento se encargue de hacerla desaparecer. Veo la tienda de enfrente: Tejidos Scarino. Y comprendo que Quito es una ciudad cuyo tejido humano palpita esperando que, alguna vez, se reinvente de nuevo y ya no haya que soportar el hedor de los que sólo caminan dando bandazos por las calles y perdidas sus conciencias en las penumbras del alcohol.

Muy cerca de la Cafetería JR la Casa de Benjamín Carrión sigue llamando a la aventura de ser cada vez más cultos. Y dejar que el viento se lleve a tales subproductos humanos que nada tienen que ver con la grandeza de Quito. Cultura. Más Cultura para un pueblo que se la merece.

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