En uno de mis viajes al Perú me acuerdo que en diciembre de 1997 me acerqué al Departamento de Piura, invitado por un amigo de Radio Cutivalú (¨La Voz del Desierto”). Piura está situado en la costa noroccidental del Perú, entre Tumbes y Chiclayo. Para llegar allí bordeamos la costa y fueron desfilando, ante nuestros ojos, los pueblos de Tumbes (por cuya posesión tanto habían diuscutido ecuatorianos y peruanos en el Protocolo de Río de Janeiro de 1942), Zorritos, Máncora, Lobitos, Talara y Paita (con su hermosa bahía y puerto pesquero y mercantil) siempre acompañados por las brisas del Océano Pacífico. Desde Paita nos introdujimos hacia el interior. Hasta llegar a la ciudad de Piura.
La ciudad de Piura, capital del Departamento de su mismo nombre, está llena de gente generosa y acogedora (creo que son casi 190.000 sus habitantes) y sonaba aquél día música bailable de “tenderos” y “marineras” en sus calles. Piura es una ciudad eminentemente turística y dinámica, con espíritu alegre y hospitalario, una comida excelente (nunca olvidaré los cebiches de concha y marisco) y tiendas de fina artesanía y cerámica procedente de Chulucanas. Son muy célebres sus arreglo florales hechos con restos marinos y las filigranas de oro y plata. Y después de conocer su Plaza de Armas y su Museo Arqueológico nos encaminamos al Desierto de Sechura.
Este desierto es el más extenso de todo el país peruano (con 127.550 hectáreas de arenas) y llega hasta la costa, hasta la región del Bayovar. En su subsuelo existen grandes cantidades de fosfatos y petróleo; pero en su superficie pude practicar un curioso ski sobre arena y una corta carrera de motocross. Después, tras una larga caminata, llegamos hasta el famoso Médano Blanco, conocido como Las Dunas de Julián: unas colinas costeras movibles constituídas por montones de arenas acumuladas por el viento.
En este desierto nos encontramos ante la vieja historia precolombina. Es la zona arqueológica de Vicus, donde se desarrolló una de las culturas más antiguas de la costa peruana: hombres que se dedicaron a la pesca y a la agricultura pero, sobre todo, fueron famosos por su orfebrería y cerámica y porque, al estar situados en una excelente zona de tránsito, se especializaron en el comercio interandino. La Cultura Vicú tomó este nombre de su centro neurálgico, el Cerro Vicú, situado al este del pueblo de Chulucanas. Cultura Vicú de hombres emparentados con las Culturas Chavín, Mochica y Recuay.
Los hombres de Vicú manejaron el metal con enorme maestría y de ello quedan muestras muy logradas en plata, oro y bronce (además de aleaciones de estos tres metales). Hombres capaces, a su vez, de construir un perfecto sistema de irrigación para sus tierras. Bajo las arenas aún se encuentran múltiples vestigios arqueológicos en forma de piezas de arcilla y metal que, al ser estudiadas por los científicos investigadores, dan a pensar que aquellas gentes habían llegado allí procedentes del sur de Ecuador y Colombia (por sus extraordinarias semejanzas con las piezas de las Culturas Chorrera y Valdivia), pero tampoco se descarta que su origen fuera Trujillo (otra zona costera peruana situada al sur de Chiclayo). Que procediesen del norte o procediesen del sur todavía no está totalmente determinado.
Pero ¿quiénes fueron aquello habitantes autóctonos de la zona de la región de Piura que crearon la Cultura Vicú?. No fueron los incas ni los chimús(conquistadores posteriores del lugar). Se sabe que los hombres del Imperio Wari (al sur del Desierto de Sechura) tampoco crearon la Cultura Vicú. Sus creadores fueron loas tallán que estaban divididos en dos grandes grupos (compatriotas entre sí): los norteños tallanes tumbesinos (de Tumbes) y los sureños tallanes piuresanos (de Piura). El caso es que estaban allí desde hacía 7.000 años y que su cultura alcanzó máximo esplendor entre los años 1.000 a. C. y 600 d. C.
Francisco Pizarro, en 1528, descubrió un pueblo que había construído magníficas murallas con torreones cuadrados para defenderse de los conquistadores extranjeros. Este pueblo era el de los tallanes tumbesinos. Y al igual que ocurrió con Hernán Cortés en México (que fue ayudado por “La Malinche” en su conquista) aquí hubo un tal “Felipillo” que hizo la misma labor. Se sabe, igualmente, que tres pequeños reyes tallanes fueron capturados por los españoles y enviados a Castilla en cuya Corte se castellanizaron y volvieron al Perú para servir de intérpretes a los conquistadores ibéricos.
También resulta que estudiando la sociedad tallán se descubre que pasaron de la etapa de las behetrías (poblados sin jefe determinado) a la formación de una sociedad basada en rígidas clases sociales: en lo más alto estaban los poderosos de la política, la economía y la sociedad (destacando el papel preponderante de los guerreros pues era un pueblo eminentemente de carácter militar). En la zona media se encontraban los artesanos especializados que trabajaban a tiempo completo. Y en lo más bajo de la sociedad estaban los campesinos y pescadores.
La música jugaba un papel muy im portante en la sociedad tallán y se ha descubierto que en las huacas (de las cuales hablaré después) se encuentran siempre, entre los ajuares mortuorios, tambores de cerámica, flautas y botellas silbatos. Y también muchas joyas de oro y plata que eran metales con los que a veces construían aperos de labranza.
Conociendo la historia de los vicús se aprenden muchas cosas interesantes. Por ejemplo: existe todavía la falsa creencia de que fueron los españoles quienes introdujeron el machismo en América. Esto es un error que muchos siguen “predicando” demostrando tener bastante ignorancia en cuanto a la Historia Antigua de América. Se sabe que muchas culturas y aún civilizaciones precolombinas desarrollaron un fuerte machismo en sus relaciones sociales. Uno de estos pueblos machistas eran los vicús que llegaban al extremo de que sólo los varones podían usar joyas y elegantes vestimentas mientras las mujeres, marginadas en su totalidad, sólo podían vestir trajes muy sencillos.
Todas estas cosas me narraba mi amigo peruano mientras observábamos piezas de cerámica con cabezas de perros sin pelo, cabezas de humanos de tipo negroide africano, cabezas de humanos de tipo mandarín chino o cabezas de humanos de tipo árabe con turbante. Piezas que habían sido descubiertas, en la década de los 50 del pasado siglo XX, por excavadores clandestinos llamados huaqueros.
Es de destacar, sobre todo, una fantástica Venus de Frías en esta colección de cerámica que abarcó tres etapas: La Etapa Chavín, la Etapa de Desarrollo Regional y la Etapa Mochica. Tengo que señalar que la cultura Vicú fue conocida por primera vez en Europa gracias a una exposición fotográfica que se celebró en la càpital de Suiza.
LLeno de estos y otros muchos conocimientos sobre los vicús (que por falta de espacio y tiempo no puedo citar aquí) me dirijo, con mi amigo peruano, en búsqueda de los famoso Petrogligos de Samanga. Samanga está situada a 213 kilómetros de Piura y a 2.300 metros de altitud sobre el nivel del mar. En la provincia de Ayabaca. Allí hay un numeroso grupo de monolitos de piedra granítica natural (no producida por la mano del hombre) en la que los prehistóricos peruanos esculpieron, con cinceles de piedra rústica, unos espectaculares petroglifos que hoy están muy corroídos por la acción de los vientos y las aguas. Pero todavía son claramente visibles.
Hay diverso grupos de petroglifos. Van desde los 1,20 hasta los 8 metros de altura. En ellos se simboliza representaciones de las diversas partes del cuerpo humano (sobre todo cabezas y pies) y también hay representaciones de animales. Otro grupo está dedicado a representaciones de signos simbólicos de carácter astrológico que servían de orientación para los rituales sagrados. Pero el grupo más interesante es el de un total de 21 petrogligos que representan rituales de la serpiente tricéfala y otros de carácter cósmico similares a los de otras muchas culturas y civilizaciones prehispánicas a lo largo de todo el Continete Americano.
Termino esta experiencia piureña hablando de las huacas. ¿Qué son las huacas?. Se conoce con el nombre de huacas (o guacas) a las tumbas de los antiguos pobladores peruanos y andinos en general. Que todos los pueblos primitivos de la Tierra tenían desarrollado un alto sentido religioso relacionado con la muerte es algo ya totalmente comprobado. Estas tumbas peruanas prehispánicas, llamdas huacas, son impresionantes túmulos milenarios que llegan a alcanzar hasta los 10 metros de altura y suelen tener casi todos ellos la forma de una bota. Estudiando las huacas (guacas) peruanas es cómo el arqueólogo ecuatoriano Emilio Estrada y los norteamericanos Clifford Evans y Betty Meegers han llegado a deducir que estos pobladores de Samanga procedían del sur ecuatoriano (de la época de la Cultura Valdivia). Pero todavía no se sabe con exactitud cuándo aparecieron las priemras huacas en Perúi.
Acera de esta palabra (huaca o guaca) se han expuesto un gran número de interesantes hipótesis. Yo lo que he podido sintetizar es que “huaca” constituye un término/concepto panandino perteneciente a los dos principales lenguajes de los Andes: el quichua y el aymara. En las crónicas y documentos jurídicos del primer período colonial español se dice que huacas es un término que se refiere a una gran variedad de lugares, de objetos naturales y de obras humanas. Por ejemplo, divinidades nativas, piedras, rocas, montañas, cerros, fuentes o ídolos que están relacionados con los rituales a los dioses. Se refiere también a cuevas y enterramientos en donde se concentraba toda la religiosidad precolombina andina. Además, también se emplea este término como categoría de parentesco y tuvo, asimismo, referencias a los antepasados lejanos, a los objetos religiosos y a los fenómenos extraños y extraordinarios.
Huaca (guaca) es, por tanto, un término/concepto muy complejo y escapa de un control para extenderse a todo el sentir religioso y mágico de las prácticas rituales. De ahi la gran multipliciad de significados. Pero su núcleo principal está ñigado a creencias y prácitcas religiosas, a lugares sagrados, al cult9o a las ofrendas… a templos, a montañas, a culaquier objeto extraño, a fetiches, aa muletos… y a estas tumbas donde se enterraban a los muetos acompañados de sus joyas y tesoros personales.
Hay que entender que en las creencias religiossas de los indígenas andinos no existía la idea abstracta de Dios ni ninguna palabra que lo designase. Esto no im pide que existiesen numerosos dioses. pèro eran conocidos con nombres propios y “huaca” era palabra mágica, aclaratoria y muy respetada. Algo así como un significado de lo sobrehumano que se materializaba en los lenguajes quichua y aymara.
Con este sentir de lo sobrehumano regresamos a la ciudad de Piura y allí me concetro, en el atardecer, con la histopria del Perú Precolombino, deteniéndome junto a la estatua de mármol llamada “Pola” de la Plaza de Armas y paseando alrededor de sus famosos 24 tamarindos y ficus. Llegada la nochje me alojo en el Hotel Las Arenas de Máncora, en la vieja Panamericana Norte, y ceno un exquisito plato de pescado con arroz acompañado de zumo de tamarindo (que significa dátil de la India), una planta arbórea muy apreciada por su fruto.
Me recuesto recordando las pinturas de Ignacio Merino, pintor piurano que nació en esta ciudad en 1817 y murió en el París de 1876. Merino se inspiró en temas del pasado para sus acuarelas y dibujos de acentuado tono romántico, pero también trató temas populares autóctonos y cuadros religiosso que se encuentran en la Catedral de Piura.
Como anécdota histórica importante debo citar que esta ciudad fue la primera que edificaron los españoles en Perú, con el nombre completo de San Miguel de Piura. Por último, antes de dormir, no puedo dejar de citar al ilustre marino el Almirante Miguel Grau, uno de los héroes de Piura de cuya vida (marinero desde los 9 años de edad que murió gloriosamente en batalla) me comentaron en la tertulia nocturna, con algunos nuevos amigos amigos, realizada en un café de la Avenida de la Guiardia Civil.
“La guitarra de Piura” deja de sonar y duermo rememorando caravanas de auquénidos transportando bastones, cetros, porras, hachas y petos de los antiguos vicús por las comarcas de Sechura. !Ah!. !Se me olvidaba!. Si alguien viene a Piura no olvide comprar algún tejido de algodón. Piura es un gran centro algodonero
Apasionante, Diesel….un texto rico en matices, extraordinario en detalles y preciso como sólo tú sueles captar la atmósfera, la geografía y la circunstancia. Soy un profundo amante de las lenguas amerindias. Toda cultura, anterior a la llegada de…y te digo ésto, porque pudieron darse intercambios entre chinos y pobladores de ciertas zonas costeras, vikingos, vascos, etc. Colón se movió en un mar de informaciones “ya existentes”, no precisas, pero sí sugerentes. Esa No América aún…tiene una extraordinaria calidad, una semejanza comparable a la cultura China (donde actualmente han encontrado pirámides (mayas) en uno de sus lagos)…Al leer tu texto se me “vuelan todos los papeles”. Es un tema interesante, sobre todo por la gran pérdida cultural y desarraigo de muchos emigrantes que llegan hasta nuestro país. El foro queda abierto. Trataría de crear un lema y potencial las raices culturales de muchos que creen partir de cero y ambandonar su lengua. Hoy mismo hablaba con un grupo de hermanos. Mi pregunta era..¿quién sabe hablar quechua? sólo el pequeño recordaba algunas palabras del abuelo. ¡¡¡Te animas!!!
Amigo Grekosay: Yo tengo una idea subjetiva que me ronda la cabeza desde hace años. ¿Sabía Colón verídicamente de la existencia de América?. Planteo la hipótesis de que Colón debió encontrar a algún vikingo en alguna taberna mediterránea (Italia o Palma de Mallorca) que le debió enseñar algún plano concreto de aquellas tierras… luego Colón no “iba ciego” en su viaje (también se sabe que escribió un Diario Secreto de su primer viaje distinto al que es conocido mundialmente). Y por supuesto que chinos y africanos debieron haber acudido a las Américas antes que los europeos. !Es apasionante esta historia de la humanidad!. Por otro lado los idiomas amerindios son tema enormemente atractivo para los linguistas. Gracias por tu comentario, compañero… Algún día sabremos que todos los idiomas nacen de un tronco común y eso será un paso más para saber que sólo hay una verdadera raza humana.